Una de las ideas clave de nuestro sistema económico es la creencia de que se puede crecer sin fin a pesar de que los recursos de esta tierra son finitos. Esta idea está sustentada en la confianza existente en que la combinación entre tecnología y crecimiento económico nos lleva a crecimientos de productividad tan elevadas que permiten incrementar la producción sin que sea necesario aumentar el uso de recursos.
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Además, como señala Carlos Martínez Gorriagán en su libro ‘En defensa del capitalismo’ (2022:68) las distintas revoluciones tecnológicas permiten sustituir “ciertas materias primas o recursos por otros nuevos”. Es decir, los avances tecnológicos que van ligados a nuestro sistema económico producen un constante cambio en las fuentes de recursos que necesitamos para el crecimiento y nos llevan a un círculo virtuoso en el que el crecimiento provoca nuevos avances tecnológicos y estos repercuten en un mayor crecimiento económico.
Todo ello, gracias a la sustitución de unas materias primas por otras y de unos incrementos de productividad que hacen que podamos seguir creciendo sin agotar los recursos del planeta.
Es una tesis atractiva y creo que sería precioso si esto se diese habitualmente, pero desgraciadamente no es lo que nos demuestran las cifras que podemos analizar de nuestro pasado más reciente. De hecho, a pesar de los grandes avances tecnológicos que hemos tenido en los últimos cuarenta años, los incrementos de productividad derivados de ellos no han supuesto una reducción de la utilización de recursos nivel mundial.
Binomio roto
Este fenómeno ha sido descrito de un modo claro y contundente por Joyce Msuya, Directora Ejecutiva Interina del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en su informe Global Resources Outlook 2019: Natural Resources for the Future We Want, (PIR 2019: 4-5): “El producto interno bruto mundial se ha duplicado desde 1970, lo que ha permitido lograr enormes avances y sacar de la pobreza a miles de millones de personas. Al mismo tiempo, este crecimiento económico se ha visto impulsado por una demanda incesante de recursos naturales. Nuestra demanda de recursos no ha disminuido en ningún momento, independientemente de nuestro nivel de ingresos.”
Por lo tanto, cabe preguntarse si realmente es posible seguir creciendo de una manera ilimitada con unos recursos que son limitados. ¿Podemos lograr objetivos infinitos con factores finitos? A priori parece que la respuesta obvia es no, pero estamos viviendo como si esto no fuese así y algunos afirman que el binomio crecimiento económico y avances tecnológicos rompe con esta relación. Durante algunas semanas de este verano vamos a tratar este tema y ver distintos aspectos del mismo.