Recientemente ha sido noticia la designación de nuevos miembros para la Pontificia Academia para para la vida, entre los cuales, hay algunos que apoyan la interrupción del embarazo. Y cómo era de esperarse no han faltado las voces críticas a la decisión.
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Pero más allá de la diatriba ideológica, la mencionada designación permite abordar el dilema de dialogar o no con el error.
Lo primero es afirmar que no se pretende con este texto relativizar el error, ni endulzarlo, ni siquiera idealizarlo. El aborto, legal o no, es un crimen con todas sus letras. Pero nuevamente queda la duda, ¿es posible dialogar con el error?
Una correcta comprensión de la profundidad del diálogo podría ser la clave de respuesta, pues el proceso comunicativo de intercambio siempre tiene implícito la diferencia. Si dos personas piensan lo mismo ¿qué sentido tendría dialogar?, en tal caso, se hablaría de diálogo – comunión, pero entendiendo que la comunión no es uniformidad ni homogeneidad.
Ideas sobre el diálogo
En el tema del diálogo, Pablo VI es una de las primeras referencias, y en un libro a cuatro manos con el filósofo Jean Guitton, plantea el asunto, en escenarios con no creyentes:
“Tomemos el ejemplo de san Pablo en el Areópago. — Dice el papa— Allí, dialoga e incluso se coloca al nivel de su auditorio, formado por paganos sabios y ordinarios. Y san Pablo afirma: «He visto uno de vuestros altares en el que hay una inscripción que dice: a un Dios desconocido». He aquí el diálogo con el pueblo”.
“Un poco después, san Pablo cita a un filósofo: «somos en él. En él nos movemos». Esto es diálogo. San Pablo se sitúa en el punto de vista del otro, se coloca en su perspectiva, adopta un determinado lenguaje, no impone al otro más de lo que puede soportar por el momento, no le entrega todo de una sola vez”.
Esta explicación ya puede ser una aproximación a la respuesta que se busca. Soportar, no imponer, ponerse en el nivel del otro, y no entregarlo todo de una vez, son las ideas que plantea el papa Montini.
Dialogar desde la fe y con el evangelio
Por su parte, el predicador converso al catolicismo, Fernando Casanova publicaba también un tweet sobre el tema del diálogo y la Sagrada Escritura, con una postura bastante clara:
“El Evangelio NO es diálogo. Es una proclamación solemne de origen divino: *Soy pecador y me tengo que arrepentir y convertir”, dijo en el trino.
Pero Pablo VI en su respuesta a Guitton, aborda el asunto desde otra perspectiva y dice: “Jesús dialogaba, e incluso el Evangelio es un diálogo”.
Por ello, el filósofo francés, en el apartado de la cita precedente, explica: “Es fácil decir: caridad para los que están en error, pero no para el error en sí. Esto sería evidente si tan sólo existieran errores puros (…) Pero en el error hay elementos de verdad; la fuerza del error radica tan sólo en la parte de verdad que lleva en sí”.
Desde esta perspectiva se comprende que la verdad y la caridad no son valores que se contradicen, no están yuxtapuestos, ni superpuestos.
Continúa Guitton: “Es preciso dialogar con el error concreto, separar las verdades que contiene (como chispas de luz, como engañosas trampas) del veneno que impide a estas verdades su normal desarrollo. Y, viceversa, es preciso también dialogar con la verdad concreta incorporada a nosotros, purificarla más y más, sin cesar, mediante un doloroso esfuerzo, de los ocultos errores que la paralizan”.
Por eso, antes de imponer una visión elitista del diálogo, en condenar al error, más vale el camino de soportar para encontrar esas chispas de luz, esas búsquedas constantes en la experiencia humana, para abrirse a la plenitud del bien y del ‘logos’, que emerge del – diálogo’ – de la razón.
Por Rixio Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey