A dos años de su publicación, Querida Amazonía ha sido una carta de amor del Papa Francisco para afirmar que las propuestas y voces del Pueblo de Dios encarnado en el territorio son relevantes. En muchos sitios se sigue reflexionando, asumiendo, incorporando algunas de las grandes novedades como propuestas pastorales. Si bien, para algunos este segundo aniversario podría parecer algo poco significativo, lo cierto es que la irrupción de un nuevo sujeto eclesiológico continúa emergiendo y dando lugar a la esperanza.
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La Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA– , por ejemplo, es un fruto directo de esta experiencia del Sínodo, y fue reafirmada como un necesario nuevo camino por la exhortación apostólica Querida Amazonía. Esta estructura naciente es el instrumento habilitante en construcción, ya con aprobación canónica – ad experimentum- del Papa, para asegurar que en clave estructural, con mirada de largo plazo y con perspectiva territorial regional y plenamente eclesial, se siga avanzando en estos procesos que anhelamos sean irreversibles.
Ahí está la gran novedad, dado que mucho más allá de solamente un documento inspirador, ‘Querida Amazonía’ ha acogido, afirmado y abrazado todo un programa pastoral, y socio-político-ambiental, y más importante todavía, es que la periferia que irrumpió en el centro para iluminarlo, sigue avanzando.
En este sentido, hay mucha vida en movimiento en la Amazonía, independiente de la terrible situación de pandemia que sigue golpeando, sobre todo a los pueblos más vulnerables, y que refleja justamente la urgencia de nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.
América Latina con sello de Querida Amazonía
En materia de los cambios específicos que se están dando a nivel regional en toda América Latina, es clave resaltar cómo esos procesos de reforma están inspirados en los cuatro sueños que el Santo Padre propone en Querida Amazonía. Cuatro sueños que vienen del Pueblo de Dios, que reflejan la vida, la esperanza y sus dolores: sueño social, sueño cultural, sueño ecológico y sueño eclesial.
También, este proceso territorial ha desencadenado muchos de los dinamismos pastorales que ahora se están construyendo en el CELAM, articulación a partir de redes, plataformas temáticas, y sobre todo iniciativas con una visión mucho más amplia y una visión ministerial con la huella y la trama directa de Querida Amazonía.
Por otra parte, en toda la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, recientemente realizada y aún en proceso, su modo de escucha, el modo metodológico de preparación, la gran participación del Pueblo de Dios, la visión eclesial no solo Episcopal, y la presencia de la periferia – de los improbables- en el proceso, son fruto del camino hecho con el Papa Francisco en la Amazonía.
Por supuesto, hay mucho camino por andar, pero puedo afirmar que el ritmo de la Iglesia en la Amazonía, el ritmo de la Iglesia en América Latina y el Caribe, inclusive la influencia en algunos aspectos de la Iglesia universal, tienen el sello de Querida Amazonía, y ella tiene la huella viva de este pueblo de Dios en camino, de los pueblos y comunidades indígenas y campesinas, y de las iglesias, y de los miembros de la Iglesia encarnada en este territorio.
Un proceso articulador y dinamizador de vida
La otra gran novedad con ‘Querida Amazonía’ es que muchas de las instancias previamente articuladas en el territorio, como la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y otras, fueron las que tuvieron un rol preponderante en la escucha y en la preparación del Sínodo Amazónico que nos llevó hasta Querida Amazonía. No menos importante, destaco el aporte de organizaciones sociales en la defensa del territorio y las coordinaciones regionales y nacionales de los pueblos originarios, y otras plataformas articuladoras como el Foro Social Panamazónico (FOSPA) y la Alianza Mundial por la Amazonía.
Todas estas instancias recibieron un fuerte impulso de parte de esta exhortación apostólica para reafirmar sus causas, sus cauces, sus procesos, sus agendas. En efecto, la amplitud de mirada de Querida Amazonía logró asumir los llamados desde el territorio y perfilar con mano valiente y mirada clarividente el empuje hacia el futuro, porque los cambios son necesarios, de hecho, impostergables.
Hemos visto cómo han discernido todas estas instancias a partir de Querida Amazonía para reorientar y reafirmar sus misiones, reafirmar más las causas de la incidencia socio-política y seguir produciendo transformaciones en sus respectivos ámbitos de misión. Sin la asamblea del Sínodo amazónico, el proceso de escucha y la exhortación apostólica, estoy absolutamente seguro de que la respuesta de la Iglesia en articulación con la sociedad y las comunidades frente a la pandemia, hubiera sido mucho más frágil, más fragmentada, menos decidida y relevante.
Evidentemente todos estos esfuerzos son insuficientes, pues aún siguen siendo crucificados hermanos y hermanas que viven en ese territorio, son asesinados por defender la vida, perseguidos, criminalizados, incluso la deforestación ha crecido de manera implacable durante la pandemia, pero la fuerza de los procesos se ha visto también revestida de la presencia del Espíritu Santo y desde ahí nos sostenemos en la esperanza, en la comunión y ello gracias a esta exhortación que hoy cumple dos años de vida.
Por Mauricio López Oropeza. Director del Centro Pastoral de Acción Social y Redes del CELAM