Presumiblemente, no hay una decisión papal que más consecuencias tenga que la elección de cardenales que elijan a su sucesor. Cuando un pontífice revela sus gustos para elegir a los nuevos miembros del club más exclusivo de la Iglesia está lanzando una declaración poderosa, no solo de dónde está la Iglesia hoy, sino hacia dónde va en el futuro.
El pasado 20 de mayo, el papa Francisco anunció la creación de 14 nuevos cardenales, incluyendo 11 de menos de 80 años, y por tanto, con derecho a votar al próximo papa. Explicó la decisión para promover un espíritu de universalidad en la Iglesia, pues hay cardenales de Irak, Pakistán, Perú, Madagascar o Japón. Aquí, seis rápidas aportaciones sobre lo que significan estas elecciones:
1. Con Sako hace una declaración
En su consistorio de 2016, Francisco hizo una enérgica declaración de solidaridad con la doliente Iglesia en Siria nombrando al nuncio en el país, Mario Zennari, como cardenal, un paso sin precedentes en términos de diplomacia vaticana. El domingo tuvo el mismo gesto con Irak, nombrando al patriarca Luis Raphael Sako –cabeza de la Iglesia Católica Caldea–, cardenal y elector. En ambos casos, la maniobra pone el foco no solo en los individuos, sino sobre las comunidades cristianas a las que sirven, devastadas por el alzamiento del Estado Islámico y la sangrienta guerra civil en Siria.
Francisco ha hablado repetidamente sobre los “nuevos mártires”, haciendo referencia al vasto “ecumenismo de sangre” creado por los ataques a cristianos en diferentes partes del mundo. Creando cardenales a Zennari y Sako, les entrega un megáfono para asegurarse que las voces de esas iglesias sufrientes tienen más oportunidades de ser escuchadas.
Merece la pena resaltar que el nombramiento de Sako llega en el momento en que Irak está intentando formar un nuevo gobierno, así que, en contexto, se podría leer como un mensaje sobre la importancia del pluralismo religioso y la seguridad de la minoría cristiana en el país. Finalmente, Sako es la segunda figura de una de las iglesias orientales nombrado cardenal por Francisco. Si le nombra para su C-9, atendería a la constante queja de las iglesias orientales de que en las cocinas papales no se incluía sus voces.
2. La importancia de Becciu
Uno de los nuevos cardenales es Angelo Becciu, actual sustituto o número dos en la todopoderosa Secretaría de Estado del Vaticano. El nombramiento confirma el perfil de Becciu, que cumplirá 70 en junio, como un poder central real en el papado de Francisco, jugando un papel principal, desde la reforma económica, hasta la política con China. Es poco habitual que un cardenal esté por debajo de otro cardenal, lo que sugiere que el futuro de Becciu está en otro puesto en el Vaticano. Lo que va a ser fascinante de ver es si seguirá ejercitando el mismo nivel de influencia desde ese puesto, o si realmente este es un caso de ‘promoveatur ut amoveatur’ (ascender para quitar).
3. ‘Descardinalizar’ la Curia
Por un momento, parecía que una manera que tiene Francisco para despojar de burocracia al Vaticano sería rompiendo el tradicional vínculo entre dirigir una oficina vaticana y tener un solideo. Parece que Francisco no considera tan importante que esas oficinas las dirija un príncipe de la Iglesia, ya que se supone que tienen que ser para el servicio, y no el poder.
Al final, resulta que, por lo menos en algunos casos, la tradición tira más y Francisco volvió a ella nombrando cardenales al cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe y al Vicario de Roma, que gobierna la diócesis en nombre del papa. Además, está la cuestión de ‘Realpolitik’ de que no importa cuáles sean tus teorías eclesiásticas o teológicas, en el Vaticano, a veces, se necesita un cardenal para conseguir lo que sea.
4. Los ojos puestos en De Donatis
Abril trajo una anomalía, y fue que cuando llegó el momento de presentar al mundo la nueva exhortación apostólica de Francisco, ‘Gaudete et exsultate‘, no se eligió a ninguno de los pesos pesados de la Curia, sino al Vicario de Roma, Angelo De Donatis. Ello cimentó su reputación como un aliado fundamental del Papa, alguien que cuenta con el favor y la confianza de Francisco.
Sin ir más lejos, Francisco conoció a De Donatis al principio de su papado en un almuerzo con diez sacerdotes de Roma, y su anfitrión fue Becciu. Desde entonces, ha mostrado su favor en muchas ocasiones, utilizándole para liderar el retiro anual de Cuaresma en la curia romana. “Tal vez en esa ocasión, nació un profundo compartir (de visión)”, dijo De Donatis en abril al referirse a este retiro. Y así debió ser, porque Francisco enseguida le nombró auxiliar de Roma y luego vicario. De Donatis, en otras palabras, es un barómetro de hacia dónde va su papado.
5. Un consistorio muy personal
Los papas no siempre conocen a los nuevos cardenales, y ese es el caso con algunos de los nombrados, como los nuevos cardenales de Madagascar y Japón. Por otra parte, es una cosecha muy personal de Francisco, ya que tres de las figuras fundamentales de su papado están en la lista: además de Becciu y De Donatis, también está el arzobispo Konrad Kajewski de Polonia, que administra la actividad caritativa del Papa en Roma, y que lleva mucho tiempo cerca de él. Con 54 años, Krajewski se postula para ser una referencia importante del catolicismo durante mucho tiempo.
En estas tres figuras, tenemos un botón de muestra de la gente en el Vaticano con la que el Papa, por lo menos hasta este punto, más ha contado: una especie de “top tres” entre los 11 electores y los 14 nuevos cardenales en total.
6. Haciendo caso omiso a los centros de poder
Francisco parece mantener su costumbre porque hace caso omiso a los centros de poder de un país y crea un cardenal en un lugar diferente. El ejemplo más claro es Italia, donde Francisco se saltó al arzobispo de Milán, Mario Enrico Delpini –una de las “súper diócesis” a nivel mundial, donde antes llegar al cargo suponía obtener el solideo–, y nombro al arzobispo de L´Aquila, Giuseppe Petrocchi. Recordemos que esta zona fue devastada por un terremoto que dejó 308 muertos en 2009, y que tanto la ciudad como la región siguen luchando para recuperarse.
Por otro lado, esos centros tradicionales de poder no han sido descartados del todo. Pese a la clara universalidad de las elecciones de Francisco, al incluir tres italianos entre los 11 nuevos electores, también se ha asegurado de que, no importa lo que pase en estos próximos consistorios, los italianos estarán poco representados en el colegio de cardenales.