Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Semillas de esperanza


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Un hondo desafío sinodal es la unión eclesial con las personas que sufren exclusión. Especialmente, nos preguntamos cómo pueden participar más en la Iglesia, pero, en realidad, la mirada debe ser inversa: ellos están más cerca de Cristo, así que la pregunta es cómo podemos el conjunto de la Iglesia unirnos a ellos y acercarnos más a las huellas dejadas por Jesús. En sociedades preocupadas por la inclusión y la diversidad, se ha avanzado en ello. Es el caso de las Hijas de la Caridad en la costa este de Estados Unidos.



Sor Anne Marie Lamoureux ha impulsado Semillas de Esperanza, un modelo de retiro que facilita la participación de personas discriminadas. Había dedicado su vida al desarrollo comunitario en barrios pobres y sentía que había que compartir el Evangelio entero de y con los pobres. La iniciativa surgió al leer que el papa Francisco pedía abrir las puertas de los santuarios a las personas en exclusión. Desde 2018, centenares de personas han participado en los retiros Semilla de Esperanza pese a sufrir sinhogarismo, adicciones, pobreza extrema, discapacidades, etc. Centenares de voluntarios y donantes trabajan para hacer posible que haya dos retiros al mes en el Santuario Elizabeth Seton.

En una entrevista realizada por la periodista Margaret Plevak para la magnífica web Global Sisters Report, la hermana Lamoureaux remarca que todo el mundo debería sentirse valioso y amado por Dios.

Libres con todos y con Dios

En los retiros hay, sobre todo, una experiencia de absoluta acogida incondicional y de amor, hay distintos modos de meditar y orar, se convive y se comparte vida, se celebran los sacramentos de un modo rico e inclusivo, cuidando mucho todo y sin forzar nada; no son retiros que sobreactúan para la conversión, sino lugares donde poder ser libres con todos y con Dios. Semillas, pero de mostaza.

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