Rubén Serrano Jiménez, presidente de la Juventud Estudiante Católica (JEC)
Presidente General de la Juventud Estudiante Católica (JEC)

Semillas que dan fruto


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“Nos gustaría comenzar dándoos la bienvenida a la JEC, os aseguramos que va a ser de las mejores etapas de vuestra vida”. Así comenzaban las palabras que Andrea, militante de la JEC en Plasencia, le decía al grupo de iniciación que el pasado viernes dio el paso al movimiento.



Después de un año reuniéndose semanalmente y conociendo qué es el movimiento y cómo trabajamos las campañas y el resto de herramientas, el pasado viernes celebramos en la parroquia de Cristo Resucitado un pequeño encuentro en el que decidían si querían continuar en el movimiento y ser “militantes”.

Un proyecto utópico

Si os soy sincero, cuando iba de camino al encuentro estaba nervioso e ilusionado a partes iguales. Muchos de los jóvenes de ese grupo han ido al campamento de la parroquia desde pequeños, y año tras año les he visto plantearse su forma de actuar y de relacionarse con el mundo, su consumo, sus relaciones sociales, cómo gestionan sus emociones…

JEC

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Verles ahora comprometidos en un proyecto tan utópico como es el de la JEC (la transformación de las aulas y los ambientes de las estudiantes para construir un mundo más justo y sostenible) da sentido a todos los esfuerzos y quebraderos de cabeza que hacemos los monitores año tras año para que el campamento sea un espacio lúdico-formativo donde, además de divertirse, se planteen y cuestionen todo a su alrededor y quieran participar activamente en cambiarlo.

Protagonistas de su vida

Ahora, como militantes de la JEC, llega el momento de que tomen las riendas de ese cambio. Ya no va a ser el monitor o la catequista quién decida qué se va a tratar o sobre qué temas se va a trabajar, sino que ellos mismos van a ser los protagonistas del cambio y decidirán en qué temas necesitan profundizar para poder llevar a cabo ese cambio transformador en las aulas. Este camino no va a ser fácil, pero el grupo que termina ya su etapa en Plasencia no dudaba en que “la JEC nos ha hecho crecer como personas, conocernos más a nosotros mismos, reflexionar…”.

Al final del encuentro, las personas que llevamos más tiempo en el movimiento les entregamos una bolsita de semillas para que, al igual que nosotros les hemos ido cuidando y sembrando en ellos distintos valores, sean capaces de cuidar no solo al movimiento, sino a las personas que se acerquen a él y a los grupos más pequeños de la parroquia. Con suerte, y si son capaces de dedicarle el tiempo y el cariño suficientes, esas semillas darán fruto en otros jóvenes que, al igual que ellos, encuentren en los campamentos, en la JEC y en la parroquia, un espacio donde ser y dónde crecer tanto personal como espiritualmente.