JUEVES
Aprobación definitiva de los estatutos del Regnum Christi. Echo un vistazo a la carta. Sabe a sinodalidad. Porque aquello no tiene la firma de un único superior, sino la de todos los que se saben familia. Camino largo. Y tortuoso. Quince años de refundación. El abismo se aleja. Se acercan la identidad y la misión. Compartida.
VIERNES
Congreso Nacional de Vocaciones. Con más participación en número que el de laicos. Tanto de diócesis como de congregaciones. Buena señal. Pero no tanto, por el hecho de que haya caído precisamente la representación de movimientos, asociaciones y otras realidades eclesiales. Seglares convocados. Seglares con vocación.
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SÁBADO
Día de talleres. Clara se ha traído de Zamora bajo el brazo su novela para que se la firme Sánchez Adalid. Eso es vocación a la cultura. El sacerdote escritor corresponde: con su sello y con un diálogo mano a mano con Ángel Expósito más que productivo. Abro otra puerta: María Luisa Berzosa. Como siempre, pedagoga para acompañar y con alerta para quienes solo quieren dirigir o ser dirigidos. Cierro la cata en la sala de la enseñanza. Justo cuando Antonio Roura remata la sesión: “Vamos a ser colegios católicos, no porque tengamos la mejor pizarra digital, sino porque sepamos enseñar a lavar los pies a los otros”.
Concierto. Dos detalles. Por un lado, Hakuna ni parece ni suena a lo de siempre. Faltan caras conocidas. Alguien me dice que en Madrid se han quedado los suplentes, porque los cabezas de cartel están en otro bolo que se considera prioritario. Por otro, cabría algo más de prudencia en la selección no porque haya desafine ante los micros, sino en lo cotidiano.
DOMINGO
Encuentro inesperado con la vida contemplativa presente en el congreso. Sí, el ‘ora et labora’ también se suma. Ni levantan muros ni se esconden en el torno. Dominicas, concepcionistas, clarisas y carmelitas descalzas. Con mucho que decir. Y no solo con su silencio orante.
MARTES
Andan algunos obispos atareados en ver si les cuadran las cuentas para ver cuántos años más pueden aguantar sin cerrar sus seminarios y cumplir con los números mínimos que pide Roma. Otros centros han sido más estrategas. Como tienen una estructura capilar, ya han reorganizado a los seminaristas que tenían en sus diferentes casas para repartirlos y cumplir con el cupo establecido. ¿Eso es hacer trampas?