En la India hay 28 millones de personas invidentes (como si toda la población de Australia fuera ciega). Allí la prevención y bienestar de quien es ciego deja mucho que desear. Para impulsar sus derechos, convivir con dicha diversidad y avanzar en la prevención se ha montado la campaña llamada “Ama tu mirada”, a la que se han unido 21 diócesis de la Iglesia india.
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Una de las acciones que ha llamado la atención de los medios ha sido la procesión en fila por las calles de doscientas religiosas con los ojos vendados, siguiendo todas a una persona invidente. Cien congregaciones aportaron dos representantes cada una a la procesión, para así concienciar a la población sobre la urgencia de cuidar los ojos y proteger a quien no ve.
La primera vez que se hizo fue en la ciudad de Bangalore a finales de septiembre, pero se replica en colegios y parroquias de todas las diócesis indias. El impacto social ha sido enorme. Visualmente ha sido llamativo ver a tal diversidad de religiosas en esa situación. Es una movilización que no solamente ha hablado de salud, sino de fraternidad, sobre la calidad de vida y el modo en que miramos y atendemos a los otros.
Amar la mirada
Nuestra sociedad necesita símbolos. La Iglesia habla, escribe, sabe mucho de simbología, pero existen muchas más posibilidades de hacer símbolos legibles para el mundo de hoy. Quizás nos falta imaginación y el coraje de salir más a la calle. Debemos transformar la voz en luz, y ser faro especialmente allí donde los navegantes cruzan aguas peligrosas. Y la gente actualmente lee poco y apenas oye: hay que llegar a ellos a través de nuevos símbolos visibles que salgan a su paso, que hablen el lenguaje de los hechos y transformen los textos en luz. Debemos amar la mirada.