José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Redactor jefe


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MARTES. No hay más días esta semana en la agenda. Todo se para. Coronavirus voraz. No solo con los enfermos y fallecidos. Otros zarpazos que hieren todavía más a un país paralizado. El grifo de los ingresos, cerrado. La atrocidad impía de las cuentas. La gran depresión. Economía letal. Vida Nueva se queda sin redactor jefe. No hay margen de maniobra. Golpe. Para el que se va. Elegancia y exquisitez, como siempre, en su ‘nos vemos’. Y hasta capacidad para reconfortar al que se queda. Desconsuelo.



Acabo de pedir permiso a Pepe para citarle. “Obra en conciencia”. Sé de sobra que no le hace gracia verse en negrita. Menos ahora. No necesita palmeros ni prologuistas. Se basta y se sobra con su teclado, su boli y su móvil. Austeridad y honestidad vitales que no se negocian. Inconformismo del profesional al que no le vale la versión ‘photoshopeada’ de la realidad eclesial. Urticaria ante el pensamiento único doctrinal.

Discípulo de Unciti

Es lo que tiene traducir el Evangelio en un tiempo en el que todo se devalúa. Sanamente incisivo. Lo da ser discípulo de Unciti: “La verdad siempre, aunque duela”. Lo mismo en una rueda de prensa que en un diálogo abierto. Pregunta y repregunta por la vía oficial. Sagacidad en el off the record para salvar ese miedo mitral a comunicar. Una vocación periodística vivida como servicio, derecho y deber de informarse y ser informado con transparencia. Gracias. Aunque sirva de poco ahora.

Negro sobre blanco en cada titular, en cada párrafo. Reportajes, crónicas, entrevistas… Su tribuna. Insustituible. Perspicacia con sutileza. La palabra exacta. Minuciosidad quirúrgica en el acento para denunciar el catolicismo de boquilla y anunciar el cristianismo embarrado de diversidad. Para hacer despertar a una Iglesia que no siempre está dispuesta a reconocerse en la debilidad que hace fuerte. Análisis certeros con peajes pagados.

Más de uno ha intentado hacerle callar jugando a la censura clerical en tiempos de democracia y sinodalidad. No se salieron con la suya ni lo harán. Tampoco lo logrará esta recesión. Hoy Pepe aparca obligado su servicio a su revista. Pero a este gallego no hay quien le frene.

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