Raúl Molina
Profesor, padre de familia y miembro de CEMI

Somos siervos inútiles


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¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Lc 17, 9-10)



En ocasiones me ahogo en el intento de ser alguien. La búsqueda de éxito, eficacia, dinero, control o poder me arrastran. Deseo dejar huella, ser bien considerado, encontrar reconocimiento, mostrar capacidad de dominio, construirme una imagen, atrincherarme en mis ideas. No siempre se mezcla este deseo con grandes aspiraciones, pero si caigo en multitud de ‘microsoverbias’. Cuesta librarse del peso del ‘yo’ y resulta fácil dejarse llevar por el susurro sutil de las ambiciones.

Humildad

Se me hace muy complicado comprenderme desde la humildad.

Una mujer gitana murió dejando huérfanos a cuatro hijos menores de ocho años. El mismo día de su fallecimiento, una vecina los acogió en su casa, junto a sus otros seis hijos. Ante la pregunta “pero Rosa, ¿cómo vas a apañarte ahora con diez en casa?”, Rosa respondía: “¿Y qué otra cosa podía hacer?”

Supongo que, como Rosa, todos hemos experimentado que cuando dejamos a un lado ese pesado ‘yo’, cuando dejamos a un lado nuestras necesidades, nuestras expectativas, nuestros tiempos, nuestras obligaciones, y, me atrevo a decir incluso, nuestras esperanzas profundas y nuestros dolores, es cuando la vida se nos abre a los otros, a las necesidades del otro, a los tiempos del otro, a las esperanzas y los dolores del otro.

Carlos de Foucauld

“Ser sufí es desasirse de toda preocupación, y la peor de todas es la del yo. Mientras te ocupas de ti, estás separado de Alláh. La vía hacia él es solo de un paso: salir de ti mismo.” (Junayd, s. IX-X)

El próximo 15 de mayo será canonizado Charles de Foucauld, maestro del vaciamiento, persona que entendió que el camino era “estar dispuesto a todo, aceptar todo, con tal de que la voluntad del Padre se hiciera en él y en todas sus criaturas”.

No está de más caer en la cuenta de que somos siervos inútiles, caer en la cuenta de que, “si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal 126) y de que, en definitiva, solo hacemos lo que tenemos que hacer.

Conviene sacudirse el polvo.