Las convenciones
Los dos principales partidos políticos de Estados Unidos ya han cerrado sus convenciones en las que han proclamado como candidatos para las elecciones presidenciales de noviembre a Joe Biden por los demócratas y a Donald Trump por los republicanos. Unas elecciones en las que solo votan los estadounidenses pero que, sin lugar a dudas, tienen consecuencias políticas y económicas en todo el mundo.
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A lo largo de cientos de conexiones, Biden se ha presentado como el candidato decente y Trump como el amigo de las minorías. Las propuestas de los distintos partidos han pasado a un segundo plano, frente a la situación de la pandemia por el coronavirus. De hecho, en la alternativa a la gestión sanitaria que ha hecho Trump encuentra algo de apoyo Biden en las encuestas. Eso sí, Trump ha respondido con el número de pruebas y la aceleración de la investigación de la vacuna. Todo esto en unas convenciones que se vieron obligadas a evolucionar del formato clásico de largos discursos ante seguidores entregados a encuentros telemáticos y un mayor empeño en la producción audiovisual que en el discurso propiamente del líder.
Y en todo este espectáculo, la religión ha estado muy presente. Los demócratas han tirado la casa por la ventana invitando a líderes centristas o destacados en la defensa de los Derechos Humanos de todas las confesiones posibles. Así, el jesuita James Martin ha rezado por “el padre desempleado que se preocupa por alimentar a sus hijos. La mujer mal pagada, acosada o maltratada. El hombre o la mujer negros que temen por sus vidas. El inmigrante en la frontera, anhelando seguridad. La persona sin hogar que busca comida. El adolescente LGBT que es acosado. El feto en el útero. El preso en el corredor de la muerte”.
El arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, ha rezado ante los republicanos y ha pedido “por los que sufren de Covid-19 y por los fatigados líderes que se preocupan por ellos y por todos nosotros. Debemos orar para que todas las vidas sean protegidas y respetadas en nuestras ciudades atribuladas, así como por la policía que las custodia en situaciones mundiales tensas donde nuestros hombres y mujeres de uniforme mantienen la paz”. Dolan ha pedido rezar “por la vida inocente del bebé en el útero, por nuestros mayores en cuidados de enfermería y hospicio, por nuestros inmigrantes y refugiados, por aquellas vidas amenazadas por la persecución religiosa en todo el mundo o por la peste, el hambre, las drogas, la trata de personas o la guerra”.
En esta cumbre
El libro
Hace unas semanas ha visto la luz en Estados Unidos un libro editado por Ronald J. Sider que lleva un título llamativo ‘El peligro espiritual de Donald Trump. 30 cristianos evangélicos sobre la justicia, la verdad y la integridad moral’ (Cascade Books, 2020). Como señala el subtítulo, 30 líderes cristianos protestantes destacados ofrecen una serie de argumentos que no dejan en muy buen lugar al actual presidente norteamericano. Un dato que parece contrastar con el de los votantes, ya que en 2016 más del 80% de los votantes americanos que se identifican como cristianos evangélicos blancos optaron por Donald Trump.
En una reseña del libro hecha por Bill Tammeus en NCR, se recogen los argumentos para que el apoyo a Trump en esta ocasión sea más prudente desde la fe y la doctrina cristiana. Y es que para Mark Galli, redactor jefe de Christianity Today, Trump amenaza con “desenredar los últimos hilos de la decencia en nuestra cultura”.
Para Chris Thurman, la mayor parte del “tiempo en el cargo Trump lo ha pasado mintiendo, ideando esquemas malvados, precipitándose en acciones inmorales, dando falso testimonio contra enemigos percibidos y avivando el conflicto”, algo que va contra el versículo de que “Dios odia la lengua mentirosa”.
“No podemos amar realmente a Jesús y desear seguirlo y también votar por una persona que tan claramente encarna lo opuesto a todo lo que Cristo enseñó, murió y nos exige”, se lee en otra parte del libro en el que, además, se recuerda que el conservador Trump es “un depredador sexual dos veces divorciado, tres veces casado y confeso, cuya comprensión de la fe está tan truncada que ni siquiera puede fingir la alfabetización religiosa”. Para colmo, señala el periodista, Trump es “el presidente más irreligioso en al menos 100 años”.
¿Dónde está la ‘disonancia cognitiva’ de quienes olvidan su fe para defender a Trump o acogerle en sus iglesias para que realice actos electorales? Para Christopher Hutchinson, “nuestro problema no es principalmente con el señor Trump. … Nuestro problema es con una cultura que es tan materialista y amoral que elevó a tal hombre al poder en primer lugar”. Para el profesor Stephen R. Haynes, del Rhodes College, los “partidarios evangélicos pueden haber renunciado a cristianizar a Trump; sin embargo, nadie puede discutir que ha tenido éxito en la triunfante cristiandad americana”. Una venta del ‘alma al diablo’ que puede haber pasado factura a las propias iglesias que encumbraron al actual presidente.
El bautizado
“Biden-Harris. Es la primera vez en mucho tiempo que la candidatura demócrata no tiene un católico. Triste”. Es el tuit que ha publicado en sus redes sociales el obispo de Providence, Thomas J. Tobin, tras anunciar el candidato demócrata Joe Biden a la presidencia de los Estados Unidos que su candidata a vicepresidenta será la senadora Kamala Harris de California, baptista ella. Muchos medios tradicionalistas católicos de Norteamérica describen a esta tándem como los políticos más abortistas de la historia. James Martin salía al paso y twitteó en respuesta Tobin: “El Sr. Biden es un católico bautizado. Por lo tanto, es un católico”.
La cosa es que Biden podría llegar a ser el segundo presidente católico de Estados Unidos, el cuarto país con mayor número de católicos del mundo, tras la presidencia de John F. Kennedy. Frente al linchamiento público, lo cierto es que no son extrañas las imágenes de Biden y su esposa, también de tradición católica, asistiendo normalmente a misa dominical en la parroquia de San José, en Greenville (Delaware). Muchas veces lleva un rosario en la muñeca izquierda que era de un hijo fallecido del candidato proveniente de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de México. Además, también se ha encontrado con Benedicto XVI o Francisco y ha participado en algunos eventos del Vaticano.
Esto no quita el rechazo de algunas políticas que ha enfrentado a Biden con la jerarquía estadounidense, tanto con católicos como con otras iglesias de tradición protestante. Fue, de hecho, una de las caras visibles de la reforma de la ley del aborto de Obama o la propuesta del matrimonio entre personas de un mismo sexo, así como el hecho de que el plan sanitario incluyese anticonceptivos. En este sentido, algunos obispos pidieron abiertamente que se le negase la comunión al político. Algo que ha ocurrido en varias ocasiones. Este discurso se ha extendido en muchos sectores cristianos que simpatizan con los republicanos. Con razón hace unas semanas señalaba el cardenal Burke: “He tenido líderes de gobierno no católicos en esta nación que me han dicho que estaban seguros de que la enseñanza católica sobre el aborto y el llamado matrimonio entre personas del mismo sexo han cambiado porque muchos católicos en el Capitolio apoyan regularmente este tipo de legislación. Y eso es un escándalo”, señalaba contundentemente en el programa ‘The Story with Martha MacCallum’ de Fox News.
El tira y afloja está servido. Parece que la religión se cuela en esta campaña ¿como excusa o como escudo?.