¿Son peligrosas las peregrinaciones?


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Desde hace unos días, los medios de comunicación han informado de unas auténticas tragedias relacionadas con peregrinaciones religiosas. En primer lugar, se daba cuenta de unos 1.300 muertos en La Meca debido a una ola de calor extremo. Después, se informaba de más de un centenar de muertos por aplastamiento en una estampida durante un festival religioso en el Estado indio de Uttar Pradesh.



No tenemos noticia de que algo semejante ocurriera en el antiguo Israel, al menos la Escritura no lo recoge, a pesar de que sí aparecen peregrinaciones o visitas a lugares sagrados (evidentemente, no tan numerosas). Así, por ejemplo, en el profeta Amós ya se habla de acudir a determinados santuarios, bien es verdad que en clave irónica: “¡Id a Betel a pecar, a Guilgal, y multiplicad las transgresiones! ¡Presentad vuestros sacrificios por la mañana, cada tres días vuestros diezmos! ¡Ofreced acciones de gracias con pan fermentado! Proclamad en voz alta las ofrendas voluntarias, pues eso es lo que os gusta, hijos de Israel –oráculo del Señor Dios–” (Am 4,4-5). Un poco después, ya sin ironía, insiste: “No busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal, no paséis por Berseba; porque Guilgal será deportada y Betel será aniquilada. Buscad al Señor y viviréis” (5,5-6).

Peregrinación de musulmanes 2024

Peregrinación a la Meca 2024

Pero será en el Pentateuco donde encontremos la prescripción de peregrinar tres veces al año al templo de Jerusalén (se supone que una vez unificado el culto en la Ciudad Santa). En el “Decálogo litúrgico” de Ex 34 leemos: “Tres veces al año se presentarán todos los varones en presencia del Señor, el Señor Dios de Israel; pues desposeeré a las naciones delante de ti y ensancharé tus fronteras, y nadie codiciará tus campos cuando subas a visitar al Señor, tu Dios, tres veces al año” (vv. 23-24). Más específico es el texto del Deuteronomio: “Tres veces al año se presentarán todos los varones al Señor, tu Dios, en el lugar que él elija: por la fiesta de los Ácimos, por la fiesta de las Semanas y por la fiesta de las Tiendas. Y no se presentarán al Señor con las manos vacías” (16,16).

Preparación espiritual

Y en el Salterio encontramos un grupo de salmos –Sal 120-134– denominados precisamente “salmos de peregrinación” (o de las subidas, o graduales). Es probable que se tratara de los salmos que se recitaban –a modo de preparación espiritual– en los quince escalones de la puerta de Nicanor, que daba acceso al santuario.

Dejando aparte las desgracias que pueden ocurrir cuando hay aglomeraciones, las peregrinaciones solo son “peligrosas” cuando el ser humano se resiste a ir al encuentro del Señor.