José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

¿Supo o no supo?


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Me parece que no es relevante la respuesta, pues la opinión pública ya lo condenó, o lo hará en las próximas semanas.



Me refiero a si el papa emérito, Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, se enteró de delitos relacionados con la pederastia que se dieron en la Arquidiócesis de Munich, mientras estuvo a cargo de ella como arzobispo, entre 1977 y 1982.

Y es que una investigación, solicitada por el actual arzobispo, Reinhard Marx, al bufete de abogados independientes Westphal Spilker Wasti, arrojó datos que llamaron la atención a la fiscalía de esa ciudad alemana el pasado jueves: aparecen al menos 497 casos de abuso de menores en el informe, y se responsabiliza a Ratzinger de omisión -al menos en cuatro de ellos- y, en el peor de los casos, encubrimiento.

De inmediato se formaron los clásicos dos bandos, ambos al interior de la jerarquía eclesiástica germana. Por una parte, el presidente de los obispos alemanes, Georg Bätzing, habló de “comportamientos desastrosos que ya han durado demasiado”, y mencionó explícitamente a Ratzinger.

Por otra, el cardenal Gerhard Müller, uno de los enemigos más mediáticos del papa Francisco, salió en defensa del emérito diciendo que si hubo errores él no los conocía.

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Neutrales, el cardenal Marx, quien también fue presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, se manifestó conmocionado y avergonzado, pero sin referirse a Benedicto XVI, y Hans Zollner, uno de los principales responsables de la comisión anti-pederastia del Vaticano, reconoció que el informe empaña el legado de Ratzinger, pero que no puede hacernos olvidar su valía como teólogo, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Papa. Benedicto XVI niega haber conocido los hechos.

Habrá que ver cómo se desenvuelve este doloroso -uno más- relato de la manera equívoca en que, de seguro, se atendieron tales abusos. Lo cierto es que, ante la impunidad con la que se manejaron los conocidos casos de abusadores como Marcial Maciel, la batalla está perdida. Es tanta la indignación, en muchos casos justificada, que difícilmente se puede actuar con objetividad.

Seguirá, sin embargo, abierta la pregunta. Los criterios, acertados y necesarios, con los que ahora se juzga la gravedad de tales abusos: ¿debieron también utilizarse en el pasado?

En fin. Yo no sé si Ratzinger supo o no supo. De buenas fuentes conozco, sin embargo, testimonios de su distanciamiento con los Legionarios, y es pública su condena a Maciel. Creo justo recordar que así como fue un celoso guardián de la ortodoxia doctrinal, censurando a varios teólogos de la liberación, así también resplandecen todavía hoy sus virtudes humanas y teológicas.

Pro-vocación

Y continuando con la rabia que han producido estos delitos. Sé de un sacerdote que está encarcelado por haber violado a un adolescente. Familiares de la víctima sostienen que las autoridades religiosas y civiles no han hecho lo suficiente, aunque ambas siguieron los protocolos establecidos, que llevaron a prisión al violador. ¿Qué más quieren que hagamos?, les dijo el juez. “Que lo maten en la cárcel o, al menos, que lo violen los demás reclusos”.