JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“La Iglesia tiene que dar un paso adelante, colocarse en la vanguardia, con palabras y hechos, de la lucha contra una crisis que está generando un estado de malestar social…”.
En época de recortes de los que no se libran las ayudas a partidos políticos, sindicatos, la colaboración al desarrollo, los dependientes… era cuestión de tiempo que se pusiese encima de la mesa qué pasa con el dinero que recibe la Iglesia, fundamentalmente a través de la casilla que marcan los ciudadanos (que quieren hacerlo, claro está).
Hace unas semanas, en este mismo lugar, aventuramos esta posibilidad, así como la conveniencia, si no por convencimiento (que sería lo ideal), por mera estrategia, de que alguien fuese pensando qué hacer llegado el caso, además de silbar y mirar para otro lado. Estaría bien un gesto, pero no de soberbia.
Lo de menos es que haya sido Joan Tardá, diputado de ERC en el Congreso de los Diputados, el que primero haya querido sacarle los colores a la Iglesia denunciando que, pese a estos ajustes que no han hecho más que comenzar, va a seguir recibiendo esas ayudas millonarias, además de continuar con la exención del Impuesto de Bienes Inmuebles, recientemente incrementado por el Gobierno de Rajoy vía decretazo.
Tardá no pasará a la historia del parlamentarismo por su juicio templado ni su prosa sutil, en la que recientemente se han visto enredados a su pesar el Rey o la madre de Peces Barba. Pero hay algo que hace bien: exacerbar los ánimos de los radicales como él.
Tampoco basta que la Iglesia se escude en la tarea de Cáritas, de los voluntarios, de las entidades religiosas que ayudan a los parados, a los inmigrantes, a sus hijos que ya pasan hambre, o en los millones de fieles anónimos que cada semana aflojan el bolsillo no solo para ayudar al sostenimiento de las comunidades cristianas, sino para llevar lo más básico a las vidas de miles de conciudadanos que lo están pasando mal.
La Iglesia tiene que dar un paso adelante, colocarse en la vanguardia, con palabras y hechos, de la lucha contra una crisis que está generando un estado de malestar social, con una población amilanada por el miedo, que busca referentes y, ay, no los encuentra con claridad.
En el nº 2.784 de Vida Nueva.