Jesús Manuel Ramos
Coordinador de la Dimensión Familia de la Conferencia Episcopal Mexicana

Tenemos una opción


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“El miedo no anda en burro”, es uno de los refranes más comunes en México y que revela la velocidad a la que reaccionamos cuando el temor nos invade. Y estas reacciones podrán estar justificadas en una presencia real de un peligro, o ser una respuesta ante peligros imaginarios. Hay quienes, sobre esta base, establecen la diferencia entre temor y miedo. Pero no quiero escribir sobre las definiciones, sino más bien centrarme en las reacciones y aquello que las origina, por lo que usaré por igual ambas palabras.



El miedo es uno de los sentimientos más poderosos que pueden motivar a las personas. Seguramente todos hemos sentido miedo en alguna ocasión, y ese miedo ha sido una especie de defensa ante situaciones en las que nuestra vida, nuestros afectos o nuestro patrimonio está en riesgo. Hemos sentido miedo de dañar una relación amorosa con nuestras actitudes, quizá también hemos sentido temor de caernos de una escalera o de ser lastimados por un temblor o un terremoto. Desde esa perspectiva, el miedo es algo instintivo y nos está protegiendo. Lo interesante aquí, es la forma en que reaccionamos ante estas situaciones. En los ejemplos que acabo de dar, significaría preguntarnos: ¿Cómo protejo mi relación amorosa? ¿Cómo prevengo una caída de la escalera? ¿Qué es lo mejor que puedo hacer en caso de un temblor o terremoto? De esta manera estaremos tomando acciones constructivas para afrontar exitosamente ese riesgo que nos genera temores.

Sin embargo, el miedo también puede revertirse en nuestra contra, puede restringirnos e incluso puede ser utilizado para mover conciencias colectivas y manipular a una comunidad. Por ello, es necesario encontrar el balance correcto entre el sentimiento y la reacción, para no caer en exageraciones que nos limitan (como el miedo a espacios estrechos, miedo a las alturas y fobias diversas), o en pánicos infundados que nos lleven a responder con actitudes equivocadas, muchas veces conducidos por información errónea o manipulada.

En estos días en que afrontamos la amenaza de una nueva variedad de virus, se observan acciones innecesarias, como el comprar papel de baño en exceso (cuando no tiene nada que ver con la prevención o combate de la pandemia), o información manipuladora, como el relacionar la expansión del virus con la legalización del aborto. Es tiempo de obrar de manera inteligente ante nuestros naturales miedos. Recordemos que 365 veces, en la Biblia aparece la frase “No temas”. Y esto no significa “no te ocupes”, sino más bien, la promesa de que el Señor estará siempre de nuestro lado, alentando nuestras acciones conscientes y responsables con la certeza de su amor infinito.

Coronavirus 2

Solo por mencionar algunos pasajes, en el Salmo 27 podemos leer: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré?” En Mateo 1,20, por medio de un ángel, Dios le dice a José: “no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo”. Y José actuó en consecuencia y recibió a María, y más tarde protegió la familia llevándola a Egipto cuando el niño Jesús estuvo en peligro. En Mateo 10, 28 Jesús nos dice: “No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno”.  Y en el capítulo 1 de la segunda carta a Timoteo, Pablo nos invita a reavivar los dones que hemos recibido de Dios, “porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio”. De esta última cita, quiero resaltar la importancia de mantener fortaleza, amor y sobre todo, buen juicio.

Viene a mi memoria una escena de la película “After Earth”, cuando Will Smith (como Cypher Raige) le dice a su hijo: “El miedo, no es real. El único lugar donde puede existir el miedo es en nuestros pensamientos sobre el futuro. Es producto de nuestra imaginación, que hace que temamos cosas que ni existen en el presente y a lo mejor nunca existirán. Eso casi roza la locura Kitai; pero no me malinterpretes: el peligro es muy real, pero el miedo, es una opción”. Esto nos recuerda que los peligros, ciertamente son reales, pero tenemos la gran opción de contener el miedo, de no dejarnos invadir por el temor y desarrollar pensamientos positivos, acciones inteligentes y actitudes responsables que nos ayuden a superar ese momento.

Que el amor de Santa María siempre virgen interceda por nosotros y la Santísima trinidad nos mantenga firmes, serenos, llenos de su fortaleza y obrando con sabiduría.