Tensión debajo de la alfombra


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Empeñados en resucitar las dos Españas, algunos no se quieren enterar de que el verdadero problema está en la tercera España, esa que Cáritas ha conseguido sacar por unos instantes de debajo de la alfombra para mostrar que en ella hay nueve millones de excluidos –uno más que en 2007– que malviven ante nuestro creciente desinterés.

Cáritas ha intentado, una vez más, ponerlos entre las prioridades de la agenda política, pero la realidad tampoco está para demasiados lirismos, con un Gobierno central con respiración asistida y una sensación de descomposición general –con preocupantes brotes de violencia en Cataluña– que propicia el creciente individualismo de una sociedad desligada, que va rompiendo sus vínculos, como también denuncia la organización eclesial.

Y en eso que van la Conferencia Episcopal y la Fundación Pablo VI a reivindicar el papel de la Iglesia en la construcción de la sociedad democrática y de aquellos valores que hicieron posible la convivencia, y se les aparece la sombra del nacionalcatolicismo, con un Franco en vías de exhumación al que le están haciendo sitio en la cripta de La Almudena, un final que ni Vizcaíno Casas se hubiera atrevido a soñar.

No estoy seguro de que esto no vaya a ser un problema para el conjunto de la Iglesia, por más bautizado que esté un dictador, cuya excomunión llevó varios días Tarancón en su bolsillo, y que impidió al mismísimo Pablo VI visitar la “catolicísima” España.

Este es un marrón con el que no se contaba, pero que está dando mucho juego para desviar el foco desde lo pintoresco a lo surrealista, que esto ha sido la petición-bombona de oxígeno que Podemos le ha dado a Pedro Sánchez –en plena marea negra de filtraciones ministeriales– al proponer demoler la cruz de la Valle de los Caídos, algo que no sé por qué me recuerda a lo que hicieron los talibanes con los budas de Bamiyan.

Mientras, bajo la alfombra, la tensión va creciendo

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