¿A qué dedicas tu tiempo? El tiempo es oro y nunca mejor dicho. Hoy en día, compramos y vendemos nuestro tiempo. Un tiempo que podemos utilizar para construir un mundo más justo o para todo lo contrario. “Somos el tiempo que dedicamos”.
¡Qué importante es invertir tiempo con las y los jóvenes! Muchas veces, consiste en estar, en estar con una actitud de comprensión, paciente, de escucha activa y de amor sincero. Y todo esto, cuidando con gran mimo los procesos. Procesos que en muchas ocasiones no entendemos, pero que hay que respetar y acompañar con paciencia.
En estas semanas, ha salido publicado el Instrumentum Laboris de la XV Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’, en el que se expresa qué queremos las y los jóvenes de la Iglesia, pero, sobre todo, qué buscamos en ella.
Un documento estructurado en tres partes; reconocer, interpretar y elegir. Un esquema y un método de trabajo que en la JOC no nos resulta ajeno, ya que nos recuerda a la metodología del Ver, Juzgar y Actuar de la revisión de vida. En siete palabras claves han resumido este documento que intenta recoger con fidelidad lo aportado por casi 2 mil millones de jóvenes entre 16 y 29 años de todo el mundo:
Escucha
Las y los jóvenes queremos ser tenidos en cuenta y por eso ser escuchados en igualdad de condiciones, sin excluir a nadie. Con el deseo de que nuestras aportaciones sean valoradas y consideradas en nuestras comunidades y de esta forma, sentirnos jóvenes protagonistas y responsables.
Acompañamiento
Necesitamos un acompañamiento integral, que contemple todos los aspectos y dimensiones que como personas nos configuran y constituyen nuestra personalidad. Un acompañamiento que tenga en cuenta nuestro punto de partida, que respete nuestra singularidad, que cuide los procesos, que empatice con nuestra realidad, que potencie nuestros dones y desarrolle nuestras cualidades. Un acompañamiento que se haga desde el “testimonio” en el que poder mirarnos y hacia donde seguir caminando.
Conversión
Hacemos una reivindicación a la “conversión sistemática”, de manera integral, que no solo transmita contenidos, sino que nos muestre testimonios de compromiso, responsabilidad y madurez humana para hacer de cada uno de nosotros y nosotras, personas protagonistas de nuestra propia vida.
Discernimiento
Es una de las palabras que más presentes se tienen durante el documento y con la que se pretende hacer un llamamiento a una Iglesia en salida que realmente responda a las circunstancias y necesidades de los jóvenes hoy. El discernimiento debe ser una herramienta de trabajo firme, un “instrumento de lucha”, que nos haga a los jóvenes capaces de parar ante el mundo de la inmediatez, que nos permita valorar las circunstancias y las opciones para elegir y asumir con responsabilidad las decisiones que tomemos, y, sobre todo, para que nos ayude a reconocer e interpretar los signos de los tiempos en nuestro día a día.
Desafíos
Son muchos los desafíos a los que nos enfrentamos las personas jóvenes en nuestro día a día, tales como; la interculturalidad, formación, precariedad laboral, pobreza, inestabilidad vital, migraciones forzadas… todo ello, en el contexto de una “cultura del descarte”, donde es el dios dinero el centro de toda actividad humana y no a la persona con todos sus dones.
Vocación
Nos descubrimos en continuo desarrollo humano y por lo mismo en un necesario discernimiento para encontrar nuestra vocación real y concreta en la vida. Sin embargo, esta vocación no podemos entenderla exclusivamente como la vocación sacerdotal o religiosa, lo cual, pone de manifiesto la necesidad de volver a repensar una pastoral juvenil donde se transmita y se acompañe el desarrollo una vocación para la vida expresada en sus más variados ámbitos y dimensiones como; familia, estudio, profesión, política… convirtiéndose de esta forma, un eje transversal para el desarrollo de todas las dimensiones de la persona.
Santidad
El documento concluye con una reflexión sobre la santidad, haciendo una propuesta en la que toda la juventud es tiempo de santidad, permitiendo que cada joven de hoy pueda cultivar la esperanza para que “con coraje”, como escribe el papa Francisco, tomemos la vida en nuestras manos, apuntando a las cosas más bellas y más profundas que conserva siempre un corazón libre.
Para todo esto, necesitamos tiempo, un tiempo de calidad, sin ‘likes’ ni ‘followers’, un tiempo sin pantallas, que dé pie al diálogo entre personas, de tú a tú. Generando la revolución de la ternura, potenciando la ética del cuidado, ayudando al crecimiento integral de las hijas y los hijos de un Dios que es amor en mayúsculas.