¿Saben queridos amigos? Este tiempo de confinamiento nos ha hecho demasiado versátiles, para vivir una etapa en la incredulidad, otra en el aislamiento y otra en la inconsciencia.
- PODCAST: Yo era ateo, pero ahora creo
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Muchas instituciones y dinámicas han quedado obsoletas o en el olvido; otras tantas son solamente buenas intenciones para ayudar o responder a la vida; lo que es cierto es que el hombre sigue buscando en medio de su rutina asumida un “algo en qué creer” pero sobre todo un modo de “responder” desde lo profundo de su ser. La religiosidad presencial expresada con gestos y palabras hoy en día en los templos abiertos es insuficiente, por el temor aún al contagio.
Muchos han querido regresar a lo de siempre, pero ahora con gel y cubrebocas… pero realmente ¿qué han encontrado?
Es ese aliento profundo del “Ruah” lo que hace falta; volver a predicarlo, volver a trasmitirlo, volver a sentirlo… los templos virtuales o presenciales han de ser escuela de interioridad, de ese cobijo que el Padre Creador puede dar a quien llegue a buscarlo; la necesidad de una espiritualidad más decidida y dedicada nos coloca en el camino del desahogo, pero sobre todo nos coloca en la ruta de la presencia amorosa.
Las preguntas
Quien es capaz de abrirse con humildad a la respuesta de Dios, Dios baja y hace morada en uno.
¿Por dónde comenzar? No hay un método.
¿Qué maestro es el mejor? No hay gurús.
¿Qué libro? No es un curso o taller.
¿En qué lugar es mejor? No hay santuarios construidos por manos de hombres…
Haz todas las preguntas, pero dale al silencio la oportunidad de responderte, deja que Dios susurre o grite cuánto te ama.
¡A todos nos vendría bien volver a intentarlo!