Da gusto que, 35 años después, un biólogo y teólogo tan prestigiado como el alemán Rainer Hagencord retome las ideas centrales de un ensayo que escribí en 1990: ‘¿Está viva la naturaleza? Apuntes para una ecología liberadora II’.
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En este texto exploraba la posibilidad de que todos los seres creados, y no sólo los humanos, tuvieran derechos, con diferencias graduales de acuerdo a cada especie. Tal reconocimiento les viene por el mero hecho de existir, por formar parte de la creación divina y, en perspectiva cristiana-franciscana, por ser hijos de Dios.
Es lo que, palabras más palabras menos, sostiene Hagencord. El director del Instituto de Zoología Teológica de Münster acaba de llamar la atención –según lo reseñado por nuestra revista esta semana– a quienes desenfundan el matamoscas para acabar con la vida de esos molestos insectos, los mosquitos, que con su zumbido no nos dejan dormir por las noches y, cual minúsculos Dráculas, buscan alimentarse con nuestra sangre.
Crítico, el biólogo-teólogo germano nos invita a cuestionarnos nuestras actitudes ante esos entes, y nos recuerda la utilidad que tienen los mosquitos: polinizan las plantas y sirven de comida para otros animales, sosteniendo la cadena alimenticia.
Sostiene que a los animales debemos tratarlos como iguales –hermanos, diría el poverello de Asís- y no como esclavos, de los que podemos servirnos.
Alienta, repito, que se vuelva en esas académicas esferas sobre un tema venido a menos en los últimos años: la ecología considerada no sólo como una ciencia natural o exacta, sino también social, con implicaciones teológicas, inclusive.
Y sí, necesitamos recuperar, por ejemplo, las 4r en relación al uso de los bienes materiales: reducir, reutiizar, reciclar y recuperar. También suprimir el consumo de productos contenidos en bolsas o botellas de plástico; evitar las fogatas en espacios urbanos; cultivar los propios alimentos; almacenar agua utilizada en el aseo de la casa para regar las plantas; ducharnos en lugar de bañarnos; aprovechar las horas de luz solar al máximo; generar espacios verdes, etc.
Pero detrás de estas necesarias acciones está la necesaria crítica al antropocentrismo, que nos ha hecho creernos los amos del universo. Sólo así podremos reconocer que aunque nos parezca extraño, los mosquitos también tienen derecho a ser respetados.
Pro-vocación
Los obispos mexicanos retomaron esta semana la intención de oración mensual del papa Francisco por los líderes políticos. En todas las parroquias, hoy domingo 18, se pedirá por la esperanza de construir un nuevo país. Desean los jerarcas aztecas que se superen los conflictos, se fortalezca la unidad nacional, se busque la verdad que es garantía de justicia, y que se promueva un desarrollo sostenible para fortalecer el tejido social. Muy bien. Pero a Dios orando y con el mazo dando.