Hace unos días, y a propósito de la crítica que Podemos hace a la monarquía a cuenta de las informaciones que diariamente nos proporcionan los medios sobre los dineros del rey emérito D. Juan Carlos, escuché a un tertuliano en una televisión decir que Podemos se estaba volviendo bíblico. El razonamiento del comentador era que el partido morado hacía caer la responsabilidad del padre en el hijo, y no sabemos si en alguna generación más.
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Supongo que el tertuliano se estaba refiriendo al texto de Ex 34,7, donde se dice que el Señor “castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación”. Ignoro si sabía de la existencia de lo que se dice inmediatamente antes: “Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad, que mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que perdona la culpa, el delito y el pecado” (Ex 34,6-7). Evidentemente, la concepción de la persona que está detrás de este texto supone una solidaridad entre los miembros del clan, de tal modo que las acciones de unos –para bien o para mal– repercute en los otros. Por eso Dios puede castigar o premiar lo que han hecho unos en sus descendientes.
La Biblia no es un cuerpo monolítico
También supongo que ese comentarista de la realidad política desconocía que la Biblia no es un cuerpo monolítico que presenta siempre las mismas ideas. Lo digo porque dentro de la Escritura se puede percibir una cierta evolución en cuanto a la concepción de la responsabilidad personal se refiere. Así, en el profeta Jeremías leemos: “Aquellos días ya no se dirá: ‘Los padres comieron agraces y los hijos tuvieron dentera’. Cada cual morirá por su pecado, quien coma agraces tendrá dentera” (31,29-30). Ese mismo refrán de las uvas agraces y la dentera también lo recoge Ezequiel (18,2).
Asimismo, en el libro del Deuteronomio se halla una ley, enmarcada en un conjunto de leyes “humanitarias”, que va en el mismo sentido: “No serán ejecutados los padres por las culpas de los hijos, ni los hijos por las culpas de los padres; cada uno será ejecutado por su propio pecado”.
Pues eso, que ya ha pasado mucho tiempo desde que los hijos pagaban las culpas de sus padres. Y eso también es bíblico.