¿Tienen sexo los ángeles?


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El pasado 23 de junio se reunieron en Bruselas los 27 países que conforman la Unión Europea con los vecinos de los Balcanes occidentales, algunos de los cuales llevan hasta dieciocho años solicitando la entrada en la UE. Viéndose relegados por la adhesión por la vía rápida de países como Moldavia o Ucrania, el primer ministro albanés, Edi Rama, afirmó: “Les suplico que no dejen que la UE sea una congregación de doctores de la Iglesia discutiendo sobre el sexo de los ángeles mientras las puertas de Constantinopla se derrumban. Siento una profunda pena por la Unión Europea”.



En efecto, se cuenta que, en el siglo XV, mientras los turcos estaban a punto de conquistar Constantinopla, los sabios de Bizancio discutían sobre si los ángeles tenían sexo o no. Según parece, discutían a propósito del pasaje de Gn 6,1-2: “Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la superficie del suelo y engendraron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran bellas y se escogieron mujeres entre ellas”.

La vocación de Isaías

Pero probablemente hay otro pasaje bíblico más significativo al respecto. Me refiero a la llamada vocación de Isaías. El profeta se encuentra un día en el templo de Jerusalén, y allí tiene la experiencia de la santidad de Dios, vertida luego en una narración con connotaciones de visión: “El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro; con dos, el cuerpo; con dos volaban, y se gritaban uno a otro diciendo: ‘¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!’” (Is 6,1-3).

Pexels Maria Orlova 2

El par de alas que cubren el “cuerpo” de los serafines tapan, en realidad, sus “pies”, según el original hebreo. Y es que los pies, en muchas ocasiones en la Biblia, es un eufemismo para referirse a los órganos sexuales. De esta manera, los serafines de la vocación de Isaías tendrían, en efecto, sexo. Pero lo tendrían cubierto, de modo que seguimos sin saber si eran masculinos o femeninos.