No es algo nuevo. TikTok es de origen chino y apareció en 2016. Rápidamente tuvo difusión y grandes youtubers de adolescentes se hicieron eco de su impacto en India, su gran mercado, penetrando poco a poco en el consumo de aplicaciones occidental. Se trata, para quienes no sepan, de breves vídeos, como en forma de playback, que se van contagiando por temas. Es muy importante contemplar, en esta red, los temas más virales.
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Hace no mucho, sin un impacto relevante, ni siquiera entre los más jóvenes. Estaba ahí, era usada, pero Instagram llevaba ventaja. Sin embargo, en estos momentos, dada la enorme ociosidad, ha sido la gran beneficiada. Sin límite de contenido, sin restricciones aparentes, todo vale con tal de crecer, tener “seguidores” y acumular “vistas”. Con toda la gestión de los mensajes “privados” que puedan surgir.
Similar a Instagram, con el salto al vídeo con “audio” predefinido. Y esta es una clave importante para situar nuestro tiempo. Aunque Facebook fuera la primera de las grandes redes sociales mundiales, Twitter la desbancó por algo muy sencillo: el #hashtag, el tema de conversación, allí donde todos deberían mirar. Y la gran apertura al mundo, quedó reducida de un plumazo, a temas de interés globales, regionales, nacionales, locales. Las grandes ventanas al mundo se empequeñecieron al tiempo que, los expertos, podrían dominar su uso. (Sería muy interesante estudiar, a tiempo pasado, qué ha dominado el mundo en este tiempo de confinamiento).
Luego vino Instagram, de mano de sus creadores y ahora en posesión de Facebook. Imágenes que relegaban textos, ideas, pensamientos, sentimientos. Solo imágenes, en las que el rostro humano cobraba relevancia. No el mensaje, sino la situación concreta, la capacidad de reflejar un momento. Si Twitter era lo efímero, porque se perdía en el abismo de los mensajes, aquí había algo más “visible”, con lo que empatizar y que suscitaba un mayor deseo, sin reflexión alguna. La belleza, lo estético, la impresión. Dejando atrás, insisto en ello, la palabra y el mensaje, como apéndice.
Presos del like
Además, no estamos ante una imagen como, en épocas anteriores, ante un cuadro, escultura, edificio de… (recordamos a los más grandes siempre, por falta de memoria, pero muchos grandes están ahí permaneciendo). No, la impresión estética, la imagen se consume y pasa. Se da “corazón” (like) o no, para reconocer o significarse, decir “estoy ahí”. Este ha sido el lenguaje común durante años, con poco intercambio, incluso privado. Alguien puede pensar que, de una imagen, surgen múltiples comentarios privados. Pero no es así, para el común de los de abajo, que publican, sin respuesta alguna. La mayor parte de los “videntes” o “escuchantes” pasan sin dejar rastro del alcance. Vacío, a la postre. O “visualizaciones” que controlan las plataformas, que luego ceden sus estadísticas.
Las estadísticas son, según parece, lo que debe guiar el mundo, pese a que escondan a unos u otros. Céntrate aquí, en la prevalencia. No seas, en muchos casos, creativo. Salvo que lo pidan aquellos que tienen más poder. Céntrate, cierra tu horizonte y mira esto, porque esto, y no otras cosas, es lo que domina. Responde a lo que domina en la “cultura” actual. Porque la persona, con su libertad, importa poco. Lo relevante, y a lo que todos “deberían” (dogmáticamente) acudir es a “lo común”. Ortega lo llamó plásticamente “masas”.
TikTok se ha abierto en el mundo. Sin duda, se ha apoderado de gran parte de los más jóvenes, capaces de consumir con sus tarifas datos y datos. Sin duda, TikTok ha ganado la batalla al conocimiento, de todo tipo, reflejando la ociosidad como algo relevante en nuestro tiempo. El descanso, propiamente, es lo que queda por asumir. El descanso, como en una escalera, como ese paso entre lo que doy y lo que queda por dar.
En este mundo intermedio, TikTok, ha sido el rey. Yo he dicho muchas veces que no llegaría a nada más, que no tendría penetración en nuestro entorno, pero aquí está. Los adolescentes han usado la aplicación, en masa y como valoración, mejor que cualquier otra asignatura, materia, tema de conocimiento o habilidad. ¡Ojo, cuántos datos han recibido en pandemia!
La ociosidad digital, no puede ser de otro modo, ha sido un signo elocuente de nuestro tiempo.
No en todas las casas, por supuesto. No en todas las familias, claro. Algunas habrán aprovechado este tiempo para ganar ventaja.
TikTok venció la pandemia. Cedimos, con ella, nuestra imagen a las palabras ajenas, somos playback. Ya, ni hablamos.