Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Todavía no ha pasado lo peor


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Quizás la humanidad no haya pasado lo peor, sino que esté por venir porque nuestra civilización no se encuentra en condiciones de garantizar que no vaya a repetirse otro Auschwitz o incluso algo peor aunque no podamos todavía imaginar qué podría ser. Cuando se logre imaginar, estará comenzando a suceder si no nos ponemos en lo peor para prevenirlo.



La arrogancia de creernos moralmente superiores a los contemporáneos del 1936 de Machado o el 1815 de Goya hace más posible el impacto del mal. Contamos con más instrumentos jurídicos e institucionales internacionales para evitarlo, pero eso no es suficiente porque lo crucial es la conciencia personal y colectiva. Un país que piensa que el principal problema de la sociedad es la inmigración ha dado un mal paso hacia la decadencia moral.

Arrojando cadáveres desde tejados

Recientemente soldados israelíes fueron grabados arrojando los cadáveres de tres palestinos que habían sido abatido en un tejado por francotiradores mientras eran perseguidos por las tropas regulares. Sucedió en la localidad cisjordana de Qabatiya. Un video logró grabar cómo tomaban cada cuerpo y lo echaban desde una considerable altura. Abajo, una excavadora recogió los cuerpos para llevárselos. Uno de los baleados y arrojados desde la cornisa era Shadi Zakarnah, terrorista líder de operaciones en el norte.

Un comunicado oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel ha condenado los hechos y han iniciado una investigación para depurar responsabilidades. También la casa Blanca ha manifestado su repulsa, considerando lo sucedido como un “comportamiento abominable y atroz por parte de soldados profesionales”, en palabras del portavoz de defensa, John Kirby.

Pero no son hechos aislados, sino que son propiciados por la violación sistémica de los Derechos Humanos, por un modelo de guerra terrorista que induce en sus partícipes a llevarla al conjunto de sus acciones. El respeto a los cadáveres, incluso el del más abyecto terrorista, es un rasgo no solo de civilización, sino de la condición humana que dio primeros signos de su existencia precisamente enterrando a sus congéneres.

Continúan los desastres de la guerra de Goya

La pérdida de legitimidad de Israel y de todo el Occidente que apoya o permite tal barbarie, hace que las conquistas jurídicas internacionales que ha costado décadas consolidar sean relativizadas por todos aquellos tiranos que viven de violar los derechos de los ciudadanos. El libro de Proverbios advierte “No envidies al violento ni sigas su camino” (3, 31) y eso es lo que el actual gobierno israelí no ha querido hacer. Se ha mirado en el espejo del monstruo terrorista y ha cedido a la envidia de su poder de muerte. Trump dijo en una ocasión que la democracia era la principal debilidad del capitalismo, y podríamos decir que Israel ha hecho algo similar: hacer parecer y denunciar que la paz es la debilidad de las democracias liberales.

Los palestinos desplazados internos caminan cerca de edificios destruidos en Khan Yunis, al sur de

La guerra de Israel en Medio Oriente no es una excepción ni una anomalía, sino que es síntoma del estado de nuestro mundo. Su reacción frente al mal terrorista de Hamás, Hizbolá e Irán, ha sido la extensión de la guerra terrorista a toda la región, lejos de la doctrina de la guerra justa y violando masivamente las convenciones internacionales para librarnos de lo peor de la guerra.

Los horrores de esta guerra nos muestran cómo desde ‘Los desastres de la guerra’ que grabó Francisco de Goya (1810-1815), el ser humano no ha logrado mejorar moralmente. Cuando el mal se desata no encuentra límites en el corazón. Esta guerra de Medio Oriente firma la defunción de la época de los Derechos Humanos y las Convenciones que la humanidad firmó espantada tras la Segunda Guerra Mundial. El pacto ruso-chino de enero de 2023  -al que se unió Irán- inició esa nueva época en la que democracia y Derechos son categorías que entran en flotación a merced de la interpretación de cada tiranía.

Si es imaginable, sucederá

Vivimos como si lo peor ya hubiera pasado. Vivimos como si con los Cuatro Jinetes del Apocalipsis que cabalgaron en el ciclo de la II Guerra Mundial –llamados Gran Depresión, Gulag, Auschwitz e Hiroshiima– ya hubiese pasado lo peor. Sin embargo luego sucedió Camboya y eso hizo pensar a Primo Levi que, habiendo sufrido el holocausto, podía incluso ocurrir algo peor, aunque fuera impensable. Nadie le hizo caso.

No hemos pasado lo peor, y, como dice Angélica Liddell en su obra teatral DÄMON ‘El funeral de Bergman’ (2024), no vamos a poder evitar algo peor porque no estamos siendo suficientemente pesimistas. En su fascinante libro Resucitar (Ediciones Encuentro, 2001), Christian Bobin lapida: “Todo el mal que es posible imaginar se hará real” (p.54). Es una visión en la que coincide con Julio Verne: si es posible imaginar algo, acabará haciéndose real. También Verne lo pensó en términos negativos y por eso escribió novelas lamentablemente anticipatorias de los males que iban a ocurrir. Esta es una ley histórica: si hay algo peor imaginable, intentará comenzar a suceder.

La persistencia del mal a lo largo de la historia aumentando su desafío y escala es la tesis de la serie ‘Los anillos del poder’ (J.D. Payne & Patrick McKay, 2022), donde el mayor peligro procede de aquellos que, creyendo que ha pasado lo peor, se relajan e ignoran la acechanza del mal en su interior y por las grietas oscuras de la sociedad.

La sospecha no es incompatible con la esperanza. Es más, quizás solamente una mirada profundamente consciente de la continuidad de la crucifixión de la humanidad puede sentir la verdadera esperanza.

Una cultura donde sea más difícil el mal

La humanidad siempre está y estará encarando el mal, pero una civilización puede ayudar a defendernos y hacerla más improbable si la civilización tiene clara conciencia de la tentación del mal, forma una cultura de resistencia al mal y fortalece el sentido de discernimiento público. Cuando el mal es ignorado por las Ciencias Sociales y solamente visto como ignorancia, error, locura o lo hace desaparecer por el relativismo, entonces está convocando de nuevo a lo peor. Solo si ponemos el mal en el centro de las preocupaciones y categorías de la Sociología, la Economía o la Politología lograremos no solo prevenir, sino comprender la realidad. Pero pensamos como si Sófocles, Shakespeare o Mary Shelley hubieran tenido que quitar por corrección política y científica del centro de sus tragedias el mal.

Stefan Zweig nos recuerda en ‘El mundo de ayer’ cómo el punto crítico que llevó a que la Viena ateniense cayera en manos del nazismo fue que poetas, escritores, músicos, pintores, pensadores, activistas y toda la masa creadora de la alta cultura habían ignorado el poder del mal. En parte esto está ocurriendo de nuevo en nuestro mundo.

Aunque la Humanidad haya sufrido el Gulag, el Holocausto, Hiroshima y Nagasaki, los campos de muerte de Camboya o Bhopal, es posible que todavía no hayamos pasado lo peor. Es no solo posible, sino probable que no haya pasado lo peor para la humanidad, y solamente una actitud personal y civilizatoria de vigilancia del mal y resistencia a hacer el mal va a evitarlo.

 


Referencias

  • Yolanda Knell & James Gregory (2024). Israel investigates after its soldiers filmed throwing bodies off roof. BBC, 20 de septiembre de 2024.
  • Lorenzo Tondo (2024). Israeli soldiers filmed pushing bodies of Palestinians off West Bank roof. The Guardian, 20 de septiembre de 2024.
  • CNN (2024). Video shows Israeli soldiers throwing bodies off roof in occupied West Bank. CNN, 20 de septiembre de 2024.