Del 31 de mayo al 16 de junio está previsto que se celebre la 83ª Feria del Libro de Madrid. De hecho, ya se están preparando las casetas para la exposición de los cientos o miles de libros que tendremos ocasión de ver. Me ha llamado la atención, porque en la ‘Carta de Aristeas’, un escrito que data del siglo II o I a. C., se da cuenta de una conversación entre el rey Ptolomeo II Filadelfo de Egipto y Demetrio de Falero, a quien el rey había puesto al frente de la famosa biblioteca de Alejandría, que pretendía reunir “todos los libros del mundo” (Aristeas 9).
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Libros sagrados hebreos
Al parecer, lo que se quería era incrementar los fondos de la biblioteca de doscientos mil a quinientos mil. Entre ellos se decidió incorporar los libros de los judíos, para lo cual se necesitaban traducir aquellos textos que luego se conocerán como ‘Biblia hebrea’. Para ello, se contactó con el sumo sacerdote de Jerusalén de modo que enviara a Alejandría a setenta y dos traductores –seis por cada una de las tribus de Israel– para que llevaran a cabo la tarea. Este será el germen de la conocida versión conocida como ‘Setenta’ o ‘Septuaginta’ –LXX en números romanos–, la traducción griega de los libros sagrados hebreos.
En la Biblia, en general, cuando se habla de ‘libro’, hay que pensar casi siempre en rollos, que era el soporte habitual para la escritura en aquellos tiempos antiguos. En general, los rollos se escribían por una sola cara, la interior, ya que la exterior sufría mucho desgaste y, por tanto, se corría el riesgo de perder texto. Por eso llama la atención lo que se lee en Ez 2,9-10: “Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes”.
Este texto es muy posiblemente al que se alude en lo que se dice en el Apocalipsis: “Vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera [es decir, un rollo], y sellado con siete sellos” (Ap 5,1). Sea como fuere, parece que se quiere indicar que ese rollo está repleto de sentido. En el caso del Apocalipsis, un sentido –que es el de la historia– al que solo puede acceder el Cordero degollado, imagen de Cristo muerto y resucitado.
* P.S. Entre los libros hay que destacar los diccionarios. Si son de la lengua, estos ofrecen el sentido preciso de las palabras. Por eso, en el de la RAE, “genocidio” es: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. Cosa que, evidentemente, y por trágica que sea, no responde a la situación de Gaza.