SÁBADO
Jornadas de Pastoral Juvenil Vocacional de CONFER. Un regalo compartir mesa a la hora del café –o de la siesta, según se mire– con Nuria, una laica volcada en acompañar a otros jóvenes y a refugiados, y Alberto, un jesuita y psiquiatra al que no hay que perder de vista. Pero, sobre todo, al que merece escuchar largo y tendido. No solo porque advierta de los riesgos de psicologizar la espiritualidad y espiritualizar la psicología. O dicho de otro modo, de considerar todo problema terapia o de menospreciar la terapia a golpe de imposición de manos.
Alberto advierte a los animadores y pastoralistas de caer en tres pastorales letales. La pastoral del llanto, que solo se cree exitosa con los jóvenes desde la exaltación de lo emotivo. La pastoral del reset, que busca romper de forma exageradamente radical con el pasado del susodicho. Y la pastoral del filodesastrismo, que lleva a considerarnos hijos tan indignos de un Dios tan lejano que poco tiene que ver con el Evangelio. Solo unas píldoras que darían para mucho más que ese café compartido en tertulia.
DOMINGO
Repaso el coloquio del Papa con los periodistas en el vuelo de Bahréin. Desvela cómo nació la aventura de la fraternidad universal. No fue ni en un despacho ni fruto de una estrategia planificada. Lo transcribo tal cual: “El gran imán de Al Azhar vino al Vaticano para una visita de cortesía y tuvimos la visita protocolaria. Era casi la hora de almuerzo y él ya se iba. En el camino le pregunté: ‘¿Pero dónde va a almorzar usted?’. Le propuse que almorzáramos juntos. Luego, ya sentados a la mesa, él, su secretario, dos consejeros, mi secretario, mis consejeros y yo tomamos el pan, lo partimos y compartimos como gesto de amistad. Hacia el final no sé a quién se le vino la idea: ‘¿Por qué no hacemos un escrito de este encuentro?’”. La pastoral del mantel donde Dios se mueve a sus anchas. Si se le deja.
LUNES
Una amiga me cuenta que las nuevas generaciones de seminaristas con los que se topan son como Arenita. Sí, ese personaje de Bob Esponja que va con su propia pecera en la cabeza para evitar oler lo que el resto respira. Y, por supuesto, desinfectarse o desafectarse de todo contacto físico.
MARTES
Escucho a un agente pastoral decir que un exceso de misericordia puede descafeinar la verdad. Creo que me he perdido algo. La misericordia nunca es suficiente. Ni agua ni agría. Al menos, para el Dios de Jesús de Nazaret.