Francisco de Roma salió a sembrar hace un año, y arrojó las semillas de la ‘Fratelli Tutti’. Ya antes, en 2013, nos había regalado otros granos, que conjuntaban la ‘Evangelii Gaudium’. En aquella ocasión, y dado que Jorge Bergoglio iniciaba apenas su gestión al frente de la Iglesia Católica, el documento fue recibido con no demasiado entusiasmo, tanto por la opinión pública extra-eclesial, como por su feligresía en general.
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Y es que aunque tocaba temas casi siempre considerados espinosos, como la dimensión social de la evangelización, su énfasis en proponer una iglesia de puertas abiertas y en salida, y en el anuncio misionero del evangelio, hizo que el texto fuera considerado como una reflexión nada más teológica, hasta “espiritual”, del nuevo Papa.
Pero hace un año la siembra fue diferente. La ‘Fratelli Tutti’, calificada como una bomba contracultural por el Arzobispo de La Plata, Argentina, Víctor Manuel Fernández -se dice que el papa Francisco le confía la redacción de algunos de sus escritos-, encontró a lo largo de este año tres terrenos diferentes en los que se intentó el cultivo.
Uno lo escenifica la tierra de la manipulación interesada. Acá en México, por ejemplo, el partido en el poder se regodeó con las críticas papales al neoliberalismo, que aparecen en el capítulo V. Aplaudieron hasta sangrar sus manos cuando leyeron la definición que Francisco propone de ese sistema: “Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”. Pero, curiosamente, cerraron el libro cuando, en el mismo capítulo se lee: “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines…”. Obvio, la siembra no produjo fruto alguno.
Otro ha sido el ámbito de la indiferencia, que es una manera muy sutil de manifestar oposición. Quien recibió la Encíclica con esa actitud la calificó, a lo largo de este año, como un documento más de los Papas, prestos para intervenir en temas que no conocen -como la ‘Laudato Si’, en la que Francisco “se atrevió” a advertir de los daños causados por el cambio climático-. De manera fragmentaria se leyeron, y aprovecharon aunque con menor manipulación, las referencias papales a la migración, la pena de muerte, los cuestionamientos a las redes sociales, etc. Casi casi se burlaron cuando leyeron la propuesta papal de una amistad social. Cero frutos también.
Un tercer campo, muy pequeño, lo conforman quienes leyeron el texto como un revolucionario aporte a la Enseñanza Social de la Iglesia, y un espaldarazo a la necesaria dimensión social del evangelio. Un escrito que no podrá sólo colocarse en los anaqueles de las bibliotecas, sino en la profundidad de los corazones. Una llamada, en ocasiones con tonos dramáticos, para no regresar a la normalidad pre-pandémica, y a aprovechar estos ya casi dos años para construir un mundo en verdad mejor para todos. Los frutos quizá no se vean de inmediato, pero estoy seguro que los gustaremos algún día, y que mezclarán la fragancia, el sabor y el color de la fraternidad compartida.
Pro-Vocación
Y otra bomba contracultural, pero al interior de la Iglesia Católica, se está activando: el sínodo sobre la sinodalidad. No es un juego de palabras, sino el regreso al carisma original de la primitiva comunidad cristiana, de su seguimiento de Jesús, de su manera de organizarse, sí, pero también de vivir su fe. ¿Cómo se proyecta la sinodalidad en la actualidad? El próximo domingo lo platicamos, porque ese día inicia el proceso sinodal en todo el mundo.