José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

Un camino de esperanza: Tres acciones posibles


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No podemos, no debemos dejar pasar una breve reflexión sobre la Jornada Mundial de la Paz, la LVIII, que celebramos este pasado 1° de enero.



Con el título ‘Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz’, el mensaje del papa Francisco nos alerta sobre el grito de la humanidad amenazada. Y presenta los ominosos desafíos sistémicos que asolan nuestro planeta: “las disparidades de todo tipo, el trato deshumano que se da a las personas migrantes, la degradación ambiental, la confusión generada culpablemente por la desinformación, el rechazo de toda forma de diálogo y las grandes inversiones en la industria militar”. (Núm. 4).

Francisco de Roma no es pesimista, sino que describe la realidad mundial tal cual es. Sobran los ejemplos para respaldar este diagnóstico, y lo que sucede en Ucrania y en la Franja de Gaza, los eventos desastrosos provocados por el cambio climático, las masacres de ciudadanos inocentes, la superficialidad y egoísmo de muchos gobernantes, son solo preocupantes botones de muestra.

Es fácil, entonces, caer en la desesperanza y desesperación, y el abatimiento aparece como el horizonte que zurcaremos a lo largo de este año.

Pero no. El Papa nos lanza dos provocaciones: insertarnos en el cambio cultural que nos lleve a asumir que todos somos deudores (Núm. s, 5-8) y transitar por un camino de esperanza, con tres acciones posibles (Núm. 11), en las que retoma enérgicos pronunciamientos de sus antecesores. Veamos estas.

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En primer lugar, Bergoglio nos recuerda que Juan Pablo II, con motivo del Jubileo del año 2000, pidió una notable reducción, inclusive una total condonación, de la deuda internacional que afecta a tantas naciones pobres. No se tratará de un acto aislado de beneficencia, sino parte del desarrollo de una nueva arquitectura financiera internacional.

Por otra parte, el texto insiste en promover el respeto a la vida humana, para que toda persona pueda mirar al futuro con esperanza, y llama a la eliminación de la pena de muerte, ya que esta además de comprometer la inviolabilidad de la vida, destruye toda esperanza humana de perdón y renovación.

Por último, Francisco recupera lo ya señalado por Pablo VI y Benedicto XVI: destinar un porcentaje fijo del dinero empleado en la industria armamentista, que es un negocio boyante, para constituir un Fondo Mundial dedicado a combatir el hambre y a promover actividades educativas, tendientes estas a paliar los efectos del cambio climático.

Concluye el mensaje con una invitación: desarmar nuestro corazón, y ofrecer gestos sencillos de paz: una sonrisa, una mirada fraterna, un abrazo amistoso, una escucha sincera, un servicio gratuito.

Pro-vocación

Y ayer sábado, en diálogo con profesores y padres de familia de escuelas católicas italianas, el papa Francisco llamó la atención sobre una práctica en apariencia inocente, pero que nos puede preparar para la guerra: el ‘bullying’. Hostigar a un compañerito, entonces, no es una broma sino una verdadera agresión.