¿Por qué muchas personas que tienen éxito viven este con ansiedad o se manifiestan no felices a pesar de tener lo que muchos otros sueñan? Hay varios motivos para que esto suceda. El primero es que el éxito es solo para uno mismo. Es una de las manifestaciones de esa sociedad auto-refente en la que solo hacemos las cosas para nosotros. Por qué ¿quien es el principal destinatario de nuestro éxito? ¿Para quien triunfamos?
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La finalidad de nuestro éxito somos nosotros mismos. El triunfo o el éxito es algo que hacemos para nuestro solaz, para sentirnos contentos, para sentirnos aceptados y valorados. La búsqueda del éxito es una actividad que llevamos adelante con el objetivo declarado de sentirnos bien, de convencernos que estamos haciendo lo que toca, que estamos llevando la vida que pretendemos y por lo tanto, que todo funciona como es debido.
Además, el éxito es una mirada cortoplacista de la realidad, porque se trata de lograr objetivos que tienen un horizonte temporal determinado: comprar una casa, ganar una cantidad de dinero, vencer en una carrera, tener una cantidad de seguidores en una red social, ser escuchado o ser leído, ganar un pleito… Se trata de un objetivo que no solo puede ser medido, sino que también se acaba y se consigue. ¿Cómo si no vamos a sentirnos satisfechos por algo si no nos damos cuenta cuando lo hemos logrado?
Desasosegante
Si combinamos estos dos elementos concluimos rápidamente en el elemento desasosegante del éxito. Estamos siempre atentos para obtener aquello que queremos, de lograr alcanzar la expectativa que pretendemos. Quien está pendiente de su éxito deja de vivir el presente, de disfrutar de su vida, para pasar a estar pre-ocupado por lo que pueda pasar, por saber si su expectativa se va a cumplir o no, por hacer todo lo posible para que algo futuro suceda sin ocuparse de vivir lo que sucede en ese momento.
Esto es una fuente de la que mana ansiedad abundante. No hay más que recordar la retirada de la gimnasta norteamericana Simone Biles de los juegos olímpicos de Japón confesando que la presión por ganar el oro la superaba y no podía superarlo. Esta es una expresión pública de algo que sucede no solo a muchos deportistas, sino también a muchas personas que aparentemente llevan una vida normal. ¿Cómo una triunfadora con 25 medallas ganadas en competiciones internacionales no es feliz y siente que el triunfo le lleva a una situación de ansiedad que la supera? Parece impensable para una triunfadora como ella.
El triunfo que tanto buscamos en nuestra sociedad, resulta al final en personas que no son capaces de llevar una vida plena a pesar de que van consiguiendo sus objetivos y van logrando el éxito en aquello que se proponen. Pero, si no buscamos el éxito ¿qué podemos perseguir en nuestra vida? En la próxima entrada hablaremos de ello.