VIERNES
Más seminaristas en la Iglesia española. De la estadística me interpela el hecho de que 86 jóvenes hayan dejado el proceso formativo. No es que me alegre, pero sí me tranquiliza saber que no todo aquel que entra acaba vistiendo casulla porque hay que cubrir vacantes. Hace unos días, me dijeron: “Si invitas a alguien a dejar el seminario, puede que tengas un problema, pero si ese alguien acaba siendo ordenado, tendrás un problema ordenado”. Y de esa categoría de entuertos, hay unos cuantos. Sin ofender.
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SÁBADO
Madrugón. Uno no nace con vocación de inflador de globos de helio. Pero, con chocolate, la faena se apaña algo mejor. Sobre todo, despeja la incertidumbre de si habrá o no respuesta a una convocatoria que solo busca dar algo más que una pegatina dorada sin que haya un cepillo de por medio. Es la hora. Y la capilla está a medio gas. Solo era un susto. En cinco minutos, el templo está repleto. Arranca Sembradores de Estrellas. Es Navidad. Con permiso del domingo ‘Gaudete’ y el Adviento que queda.
MARTES
Francisco cumple 88 años. Ningún acto en la agenda pública. No ha sido así otros años. ¿Merecido descanso papal tras el maratón corso? ¿O escapada de esas que solo se enteran aquellos que necesitan del consuelo de un tipo que no parece agotarse ni que le agoten?
MIÉRCOLES
Despertar. Echo mano de calendario. Un año de Fiducia supplicans. Sí, un año de quienes se abanicaron con golpes de pecho de los que resuenan en misa de doce como si los pilares de la catolicidad fueran a resquebrajarse de un día para otro. Veían fantasmas con purpurina. Avistaban plataformas pecaminosas. Profetizaban una invasión ‘woke’. Ajusticiaban al prefecto, cuando en realidad pedían la cabeza de quien viste de blanco. Un año después, las caras de Bélmez continúan impertérritas. Como un año antes.
A media mañana, iglesia de San Antón. El padre Ángel une, en torno a un belén que recrea la tragedia de la DANA, a varios alcaldes de la zona. “Estamos ante un niño Jesús de barro, como el que le llevamos al Papa”. El sacerdote inaugura el nacimiento ante unos ediles que siguen sin mirar a izquierda o derecha, como sí lo hacen los que están unos escalones más arriba. Servicio público de pala y rastrillo. El fundador de Mensajeros de la Paz les tiene cogida la medida: “Los políticos son de carne y hueso”.