MIÉRCOLES. Cuando Rodríguez Carballo se planta ante los religiosos, no hay paños calientes. Y ellos se lo agradecen. En público o en privado. Tampoco se anda con medias tintas en su respaldo a Francisco. “Hay una comunión plenísima”. Y para muestra, el recado que le dio a un superior general que se plantó en su despacho para negar la autoridad papal y anunciarle que se marchaba de la Iglesia. “La Iglesia de Jesús es santa y pecadora. Usted probablemente nunca hubiese admitido en su instituto a Pedro ni le hubiera nombrado Papa ni canonizado porque fue un traidor a Jesús. Ayer Pedro se llamaba Benedicto y anteayer, Juan Pablo. Hoy se llama Francisco y no hay otro”. Prometo utilizarlo. Citando.
JUEVES. Congreso de Escuelas Católicas. Buen rollo. Tal cual. En el arranque. Hasta que irrumpe la ministra. El gesto avisa. El tono advierte. Los primeros compases del discurso alertan. Y suelta la bomba. Runrún al canto. No me quiero imaginar el abucheo en otros foros. Pero aquí estamos entre educadores. Saben medirse. Y morderse la lengua. Fin del acto. La comidilla del día. Alguien a mi lado asiente. “No está mal que dentro del auditorio hayan resonado sus intenciones”.
VIERNES. Merienda con las “Cármenes”. Tres y yo. Y un abrazo necesario. De los que saben a reconciliación. Esperado. Solo un “ya está” que lo acompaña. No hace falta más. Es lo que tiene la amistad. Son los contratos que se sellan sin más rúbrica que la confianza y el cariño. Los que más validez tienen. Perduran. No les vale la letra pequeña. Porque no hay sitio para ella.
SÁBADO. Mañana en el Consejo Diocesano de Pastoral. Presentación del Plan de Evangelización. Pobres y migrantes, a escena. No como una ONG. Son el mismo rostro de Jesús. Pero para poder verlo, toca ajustar la mirada. O como dice José María: “Quitémonos las anteojeras que llevan los borricos, porque aunque nos marcan el camino, no nos dejan ver con amplitud”. Magisterio de vicario embarrado.
Tarde de presentación. En casa lasaliana. Los trabajos y los días de San Juan Bautista de La Salle. A esta buena gente no les gusta el photoshop para santurrones. Se les nota. De lo contrario no le habrían encargado coordinar el esbozo del fundador a Javier Burrieza. De La Salle hasta la médula, no le hace llenar de purpurina al fundador. Y lo cumple. “No convirtamos a personas del siglo XVII en personajes del XXI”.