‘Claves de Razón Práctica’ es, desde 1990, la revista de pensamiento del grupo PRISA, matriz de los medios que lideran la prensa española con El País y la Cadena SER a la cabeza, ideológicamente ubicados en la izquierda liberal. El número 276 de esta revista, correspondiente a los meses de mayo y junio de 2021, ha escogido como tema principal la familia, con seis artículos. Es interesante examinar la línea general que siguen para conocer las tendencias en dicho campo de las ideas.
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En general, se observa un doble movimiento en todos los textos de dicho número: por un lado, se reconoce el cansancio y excesos de la crítica autonomista a la familia, y, por otro, se constata su permanencia y esencialidad para la gente.
⏯️ Un pequeño giro en el aprecio de la familia (1)
? El vídeo blog de @fervidal31 sobre el #AñodelaFamilia: “‘Claves de Razón Práctica’, uno de los principales foros de la izquierda liberal, se muestra cansada de la hipercrítica contra la familia”.https://t.co/wXv8SQinNy pic.twitter.com/7cwGF6Jw85
— Revista Vida Nueva (@Revista_VN) June 2, 2021
La reflexión está encabezada por un posicionamiento editorial de la revista, firmado por su director, el filósofo Fernando Savater. En su opinión “no hay vida sin familia” y “la principal de las circunstancias inevitables de cada individuo humano es la familia, cuya influencia nunca falta, especialmente cuando crea un hueco por su ausencia”. El artículo del también filósofo Gregorio Luri afirma que “la familia es la unidad natural de copertenencia (p.14) y “la familia sigue siendo el único lugar del mundo en el que no somos apreciados por lo que sabemos hacer, sino por lo que somos” (p.19). El título de dicho texto es precisamente “La familia sigue estando ahí”. Una muy interesante filósofa, María Martín Gómez, optó por otro título: “La familia y el origen de la palabra”, donde sostiene que “la familia es la sociedad primera” (p.34).
Sin embargo, todos recogen también el estado de crítica que dirige contra la familia el pensamiento dominante y de moda. Esto saca de quicio a la escritora Elvira Lindo, que dice: “Cuando se pone en duda la institución familiar yo me revuelvo. Qué es la familia sino un grupo de personas que nos alivian de la intemperie, que reducen nuestro desamparo” (pp.52-53). La autora se rebela contra la destrucción de una comunidad que es sustancialmente benéfica para la humanidad –y por ello cuando sufre conflictos o abusos se provocan enormes impactos sobre sus miembros–.
Un tema que suena anticuado
Savater sostiene irónicamente en el editorial de esta revista de pensamiento que “hoy la familia es un tema que suena anticuado, incluso reaccionario” y que “solo es lícito hablar del tema para recordar las miserias de su imposición o vítores a sus nuevos encuadres heterodoxos”. En el mismo posicionamiento editorial recoge lo que él clasifica como “interrogantes o desvaríos” en el abordaje actual de lo familiar como que “la procreación natural no debe ser privilegiada respecto a otras formas de reproducción artificial” o que “para referirse a sus roles tradicionales se emplean giros perifrásticos como ‘persona menstruante’ o ‘pariente lactante’, que aportan una involuntaria comicidad de toque algo siniestro”.
El autor de ‘Ética para Amador’ critica diagonalmente la condescendencia con que se minusvalora la familia y la artificiosidad que impone semánticas que excluyen la experiencia común universal de la inmensa mayor parte de la humanidad a lo largo de toda la historia. Ese correcionismo político actúa con tal desprecio que realmente se puede afirmar que existe una maternofobia y paternofobia por las cuales se persigue la exclusión sistemática de los padres y madres de la política y la vida social.
Existe una voluntad cultural, política y social expresa de lo que Savater denomina “la cancelación” de la familia, frente a la cual Savater constata “la importancia crucial que conserva la institución familiar a través de sus transformaciones históricas”. Gregorio Luri también percibe que algunos consideran que “la familia es una institución en ruinas, pero eso que algunos plantean como algo novedoso de nuestro tiempo, viene sucediendo desde hace dos siglos”.
Una actitud suspicaz
Ciertamente hay una actitud suspicaz y patologizante contra la familia y por eso, según otro filósofo que escribe, Juan Antonio García Amado, “lo que se tenía por querer natural en el seno de la familia se mira ahora como fuente propicia para el abuso intolerable o la dominación dañina para la autonomía individual” (p.23).
La tendencia que reconocen dominante es la del individualismo autonomista y construccionista en el cual cada individuo entroniza su libertad de decisión como máximo y casi único criterio de cualquier dilema, y tiene el derecho de conformar todas las características que le afecten como quiera subjetivamente que sean. La privatización individualista de toda ontología afecta directamente la familia pudiendo ser cada uno del sexo, edad o condición que desee. La comunión y naturalidad que constituyen la familia impactan frontalmente contra esas pretensiones. Esto lleva a una paradoja que señala García Amado: “Construimos Estado social para individuos asociales” (p.27).
Luri cree que en todo este cuestionamiento existe frivolidad y una exaltación histérica de lo nuevo, lo que él llama la “novolatría”. Teniendo todo esto en cuenta, “sin embargo… la familia ha legado hasta aquí”, objeta Luri. Según este pensador, “hay que reconocer “algunas cosas elementales”. Primero, que “no hay institución más antigua que la familia; decir padre, madre o hermano es reconocer que hay cosas que no se hacen” (p.15). “Reconozcamos que –sigue escribiendo Luri–, a pesar del auge de la novolatría, hay instituciones que, precisamente por curtidas, son extraordinariamente resilientes” (p.15).
Luri hace suya una tesis según la cual “la izquierda reclama la Solidaridad con mayúsculas, pero ignora las pequeñas solidaridades, minúsculas e inmediatas como la familia” (p.14). No solamente minusvalora, sino que, en la medida de lo posible, busca su extinción justificándose de forma marxista en su carácter burgués, anticlericalmente en el valor que el cristianismo da a la familia y neoliberalmente en que su estructura obstaculiza el autonomismo y construccionismo.
El mismo autor cree que “no parece sensato erosionar los pequeños instrumentos naturales de solidaridad y después lamentarse de que la gran Solidaridad no acaba de cuajar” (p.14). Además, cree que “con todas sus imperfecciones, la familia es el primer ámbito al que acudimos cuando la intemperie resulta inhabitable… el primer amortiguador de las dificultades de excepcionalidad” (p.16).
En conclusión, ‘Claves de Razón Práctica’, uno de los principales foros de la izquierda liberal española, se muestra cansada de la hipercrítica contra la familia, le parece que hay impostura de moda en la artificialidad de sus pretendidas sustituciones, le parece injusto que no se aprecie la labor social y vital que realiza, y constata su persistencia como algo que parece pertenecer a las estructuras permanente de lo humano. Es un giro intelectual apreciable que podría atenuar el programa sistemático de lo que Luri llama “ignorancia y erosión de las familias”.