Teresa Gutiérrez JEC
Coordinadora Europea de JECI-MIEC

Un viaje intenso que aún continúa


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Las vacaciones ya han quedado atrás hace bastante tiempo. Hacía mucho que no me pasaba lo de este año: han durado lo que tenían que durar, ni muy cortas ni muy largas. En todas partes se respiraba la sensación de que la pandemia ya no controla nuestras vidas. Eso no quiere decir que no haya acabado, pero de aquí ya vamos a mejor. 



A mí me ronda constantemente por la cabeza esta idea de lo cíclico, de lo natural de los procesos. Cómo las cosas van muriendo y dejando paso a algo nuevo que nace. Yo estos días dejo atrás también mucho. Una casa en la que he habitado durante tres años que para mí simboliza muchas cosas.

Debemos normalizar lo importante del dolor, del duelo y de cerrar ciclos, pero cuánto más jóvenes somos, más nos cuesta acoger este devenir. Es mucho más fácil aceptar lo que empieza que lo que acaba.

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Último curso en la JEC

Y lo que empieza ahora es el último curso de nuestro servicio al Equipo Permanente de la JEC (el de tres de las cuatro personas que somos). ¡Y menudo curso se nos viene encima!

Este año, aparte de nuestra XXXIX Asamblea General y muchos otros acontecimientos importantes, celebramos nuestro 75 Aniversario. Hemos querido aprovechar la coyuntura y seguir tejiendo estos ciclos colectivos de lo que la JEC ha significado a través de los tiempos para el mundo juvenil, estudiantil y apostólico.

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Estamos reconectando con militantes de todos los tiempos y lugares. Y yo, que soy muy sentimental, no puedo evitar sentir esa avalancha de emociones que da el observar, e incluso experimentar, el encuentro entre tantas personas que han compartido vida y luchas en esa etapa tan decisiva para la vida de cualquier ser humano.

Pienso todos los días que quiero experimentar eso cuando tenga 40, 50, 60, 70 años, ¡y todos los que dure mi vida! Recordar y seguir viviendo anécdotas divertidas, personas significativas, acciones transformadoras. Todas ellas cargadas de Evangelio. Pero en este momento toca más vivencia que recuerdo. Y también sentir que Jesús me habla a través de todo esto.

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Me emociona todos los días sentirme un pequeño eslabón de esta cadena liberadora que ojalá siga mucho más tiempo alargándose. Pero como me dicen mucho últimamente, la JEC seguirá existiendo hasta que Dios lo quiera. Hasta entonces… ¡Aquí seguimos!