No se inquieten, es la promesa de Jesucristo cuando en nuestras vidas surge la duda y aparecen los momentos de dificultad. El dolor a nuestras vidas vendrá de muchas maneras, lo experimentaremos tarde o temprano y es en esos momentos cuando la promesa, una de las más hermosas de Jesús, nos ofrece caminar en la confianza, la encontramos en San Juan 14, 1: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mi”.
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Todos tenemos alguna cosa que turba nuestro corazón, vivimos diferentes luchas en nuestro interior. Eso que nadie ve y que a veces nadie entiende, es lo que nos quita la paz, la calma y nos agita, nos alborota. Él nos invita a experimentar el refugio en los momentos de angustia y dificultad; en la noche más oscura, en el momento más tenso de nuestra vida nace la esperanza y hecha promesa: “No se inquieten”.
Sabemos que lo más difícil es mantener el corazón en calma cuando estamos en crisis, que es muy complicado tratar de equilibrar nuestros pensamientos y emociones, nuestra fe se tambalea, pero debemos esforzarnos por buscar la calma en esos momentos tan complicados y es que Dios puede usar las mayores crisis de nuestra vida para tocar el corazón de la humanidad, para hacernos despertar.
Dios no desperdicia ninguna lágrima, el dolor puede traernos las más grandes enseñanzas, el aprendizaje en esta vida es constante y sin duda lo que no aprendemos en la prosperidad, lo aprenderemos en la adversidad. Conozco muchas historias de hermanos que coinciden y han dicho: –Gracias al dolor yo encontré a Dios–. Así que en los momentos de dificultad Jesús nos recuerda que estará con nosotros, su presencia es constante.
Nuestra confianza en Él
Tengamos en cuenta que las cosas que nos acontecen en este mundo son pasajeras y temporales, comparadas con las grandes cosas que Dios nos tiene preparadas en la eternidad. Confiemos en cada promesa de Dios, Él sabe cómo aliviar nuestro dolor. Tal vez, hace algún tiempo que no hemos elevado nuestros ojos al cielo para ofrecer nuestro dolor y de esta forma recordar que nuestro lugar no está aquí, sino en la eternidad.
Sufrimos. Porque en ocasiones queremos tener el control de todo y esto nos hace experimentar angustias innecesarias, cuando aceptamos que no podremos conocerlo todo, controlarlo todo, ni entenderlo todo. Quien sí tiene todas las respuestas y controlarlo todo es Dios, entonces dejemos nuestra confianza en Él y dejemos de empeñarnos sin razón.
Hay tantas cosas que nos cuesta trabajo comprender y muchas otras aceptar, recordemos entonces, no tener miedo, es la promesa que nos da confianza, aceptación y serenidad. Vivir en armonía es la invitación que nos entrega Jesucristo a nuestras vidas llenas de preguntas e incertidumbres. Aprendamos que también en esas circunstancias, podemos encontrar formas nuevas de amar a Dios, de descubrir su protección y abandonar nuestras fortalezas para volvernos débiles en sus brazos.
“No se angustien por nada. Más bien, en cualquier situación, mediante oraciones y ruegos y dando gracias, háganle saber a Dios sus peticiones, y la paz de Dios, que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender, protegerá sus corazones y sus mentes por medio de Cristo Jesús”. Filipenses 4- 6,7