Quien da gracias a Dios definitivamente se coloca en una posición de humildad, algo que en ocasiones cuesta, porque el acto de agradecimiento es mucho más que una acción de amor. No es que solamente las personas felices sean agradecidas, si no que ser agradecido aporta felicidad a tu persona. Cuando se agradecen las bondades y bendiciones de Dios, nuestra vida se transforma y adquiere un nuevo horizonte.
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Expresar gratitud es lo que verdaderamente le puede aportar satisfacción y alegría duradera a la vida. Sin embargo, por diferentes situaciones o circunstancias olvidamos dar gracias por aquello que recibimos como bendiciones, tristemente se ha perdido el hermoso momento de agradecer por los alimentos en nuestra mesa.
En un pasaje bíblico encontramos en el Evangelio según según san Lucas 17, 11-19: “Jesús dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado”. En muchas ocasiones recibimos las bendiciones y muy pocos regresamos a dar gracias, tal vez por la emoción del momento o porque somos poco agradecidos por naturaleza.
Se nos ha olvidado agradecer
Sé de personas que les incomoda mencionar la palabra: Gracias. Quien la pronuncia con sinceridad, al mismo tiempo llena de alegría a los demás, podríamos decir que la gratitud cierra un círculo hermoso: pedir, esperar, recibir y agradecer. Nos quedamos en las primeras tres etapas, somos prontos para pedir y lentos para agradecer.
¿Cuántas cosas se nos ha olvidado agradecer? ¿Hemos sido agradecidos o simplemente nos dedicamos a pedir o a exigir aquello que según nuestros criterios merecemos? Conozco a muchas personas que siguen enojadas con Dios porque no se ha resuelto tal o cual cosa, seres que siguen alejados de la fuente de amor inagotable porque no se ha cumplido alguna petición que en ocasiones puede rayar en ‘capricho’.
Desafortunadamente, siguen siendo nuestros deseos lo que impera frente a la bendición recibida. Tenemos vida y deseamos objetos, somos bendecidos con una familia y en ocasiones se le abre la puerta a la infidelidad, contamos con lo necesario para vivir y la avaricia se instala y somos capaces de perderlo todo para ganar un poco más.
Es difícil comprender los intereses de la humanidad, algunos con muy poco se conforman y otros son imposibles de saciar sus deseos. Ejercitemos el agradecimiento como una forma de ser humildes y dóciles. La fe puede ayudar a que seamos cada día un poco más agradecidos, reconozcamos que el amor de Dios está presente en todo momento y que todo es Gracia.
Escribió Jalil Gibran: “Es en el intercambio de dones de la tierra donde puedes encontrar la abundancia y quedar satisfechos. Pero si el intercambio no se hace con amor y sentimiento de justicia, conducirá a unos a la codicia y a otros al hambre”.