Teresa García, responsable de Difusión de la HOAC
Responsable de Difusión de la HOAC

Una formación al servicio del laicado


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El 27 de febrero celebramos el aniversario del fallecimiento de Tomás Malagón, consiliario de la HOAC, que junto a Guillermo Rovirosa, fue promotor de la Hermandad Obrera de Acción Católica. Uno de sus empeños fundamentales fue la formación de una conciencia laical, arraigada en la fidelidad a la Iglesia y a la realidad del mundo obrero, al cual pertenecemos la militancia de la HOAC, y en la que desarrollamos nuestra misión evangelizadora.



En la introducción de su libro ‘Encuesta y Formación de Militantes’, que aparentemente tiene la pretensión de ser un instrumento al servicio de la militancia de la HOAC, dice: “Estas páginas están escritas pensando en la formación que han de dar a sus miembros las organizaciones de apostolado seglar. Una obra apostólica vale lo que valen sus militantes, Y un militante vale según su formación, ya que las cualidades que posee, sin una formación adecuada, se desorientan y se desaprovechan. Por eso el mejor auxilio que se puede prestar a las organizaciones de apostolado seglar […] es contribuir a que encuentren los mejores medios para formar a sus militantes”.

Es muy interesante contrastar estas palabras de Tomás Malagón, con las que aparecen en la ponencia final del reciente Congreso de Laicos, referidas a los procesos formativos: “La formación, inherente a la vida espiritual, es elemento imprescindible para la experiencia de la fe y premisa del testimonio y del compromiso público. La formación ha de ser permanente e integral y deberá cuidar la vocación y capacitar para la misión. Hay que reconocer que la formación conjunta se presenta como un camino de futuro para la Iglesia sinodal”.

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De las palabras de Malagón en su libro, de 1969, y las que aparecen en la ponencia final de este 2020, no solo media el tiempo, sino el contexto sociopolítico y eclesial en el que nos hallamos y también unas expresiones, que a algunas personas les pueden sonar caducas.

Sin embargo, hay elementos que se desarrollan y actualizan en los procesos de formación de las trabajadoras y los trabajadores cristianos de la HOAC que hoy, como entonces, contribuyen al crecimiento de nuestra conciencia cristiana, de un laicado, llamado desarrollar su misión evangelizadora en el mundo obrero y del trabajo.

Es, precisamente, ese testimonio de vida entregada de tantos y tantas militantes, el que nos confirma en que nuestra formación es una necesaria aportación a la vida de la Iglesia y, por tanto, a la construcción del Reino de Dios y su justicia.

Una formación que parta de un diálogo constante entre la fe y la vida: camino de conversión y de espiritualidad; que genere una dinámica de vida personal y comunitaria; que haga vida los criterios de la Doctrina Social de la Iglesia y ayude a construir la dimensión sociopolítica de la persona; alentada por el encuentro constante con Dios, a través de la oración, la Palabra y la vida de los sacramentos; y, que se verifique en una vida de comunión con las personas trabajadoras más empobrecidas y con la Iglesia.