¿Una Iglesia virtual?


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Pepe Lorenzo(José Lorenzo– Redactor Jefe de Vida Nueva)

“Aunque duela reconocerlo, hoy nuestra Iglesia (o lo que se identifica con ella), es más, cualquier religión, está desprestigiada y es objeto de mofa cada vez más descarnada. Habría que ver las razones que nos han llevado a una situación que tampoco es exclusiva de España, pero en esa especie de huida hacia delante que es la de mirar para otro lado, se evidencia que también entre nosotros funciona una especie de red eclesial virtual en la que se camina a dos palmos del suelo. “

Muy criticadas han sido las referencias del cardenal Rouco, en su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria, al tema de las redes sociales, fenómeno en plena efervescencia frente al que advirtió que “propicia un estilo de vida ‘virtual’, vacío”. Encontrarse con que al arzobispo de Madrid y, por extensión, a toda la Iglesia, se le había situado en otro siglo fue una de las interpretaciones más benévolas halladas esos días en la prensa.

Más desapercibidas pasaron sus palabras tras su reelección al frente de la CEE, en donde respondía al poco aprecio que los españoles dan en las encuestas a la institución eclesial. “No tengo yo la sensación de que la Iglesia en este momento no sea creíble, no sea estimada, sino más bien todo lo contrario”, señaló.

No hace mucho, otra destacada figura de nuestro episcopado, Fernando Sebastián, reconocía, en alusión a nuestros compatriotas: “Ya no nos quieren”. No se basaba en las encuestas del CIS; simplemente constataba el humus social en el que se desarrollaba la cuestión religiosa en nuestro país y la acogida a las propuestas de la Iglesia en él. Llevaba –al igual que otros muchos obispos– pulsándolo a diario en su labor pastoral. Más recientemente, en su libro Evangelizar, señalaba: “Tengo la impresión de que no se quiere reconocer esta situación de descristianización generalizada”.

Probablemente, tenga razón Sebastián. Aunque duela reconocerlo, hoy nuestra Iglesia (o lo que se identifica con ella), es más, cualquier religión, está desprestigiada y es objeto de mofa cada vez más descarnada. Habría que ver las razones que nos han llevado a una situación que tampoco es exclusiva de España, pero en esa especie de huida hacia delante que es la de mirar para otro lado, se evidencia que también entre nosotros funciona una especie de red eclesial virtual en la que se camina a dos palmos del suelo, en donde solo se admiten los comentarios de las mismas voces laudatorias y en donde los eventos que se organizan parecen tener la única consigna de que cuantas más entradas generen, mejor.

En el nº 2.745 de Vida Nueva.