Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Una política que acoja e integre


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El peor indicador de la situación de la Unión Europea procede de la valoración muy negativa de sus políticas migratorias. Una encuesta de la agencia Ipsos en marzo de 2024 muestra que el 51% es contrario y solo el 16% favorable. Es homogéneo por edad, sexo y clase social. Entre socialdemócratas europeos, solo un 20% las evalúa positivamente, el mismo porcentaje que entre los conservadores. Para el 71%, la restricción fronteriza es la mayor prioridad de Europa. Cuando hay tanta gente en contra, hay que asumir que algo no se ha hecho bien.



Entre los distintos factores explicativos, hay dos que son cruciales. En primer lugar, las penalidades y muertes que los migrantes sufren para entrar en Europa provocan un reflejo inverso en el sentir de la gente. El dolor de los viajes migratorios provoca culpabilidad, impotencia y finalmente rechazo: más cuanto más lejos se está de las personas. En Italia o España, el apoyo a la política humanitaria es del 40%. En conclusión, hay que abrir más las vías legales de migración, creando cupos realistas con transparencia, previsibilidad y seguridad jurídica.

En segundo lugar, una creciente desigualdad y segmentación urbana aumenta la xenofobia porque concentra toda la precariedad social en las zonas tensionadas. La mejor política migratoria es una política de inclusión social integral.

Una Iglesia católica valiente

Las religiones son cruciales para afrontar la cuestión. Por la importancia del factor religioso en la población migrante, por la capacidad integradora de sus redes de parroquias y entidades sociales, y por el papel del cristianismo en la conversión profunda de la opinión pública. Urge abrir un gran proceso sobre migraciones y las religiones deben tener un importante papel. Cuando se recuerde esta época en el futuro, habrá que alabar la postura valiente, lúcida y profética de la Iglesia católica.

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