Aunque sea unos pocos días, muchos de nosotros disfrutaremos de vacaciones. Quizás es momento de recordar a quienes están en trabajos precarios, en paro, siempre de vacaciones o sin derecho a las mismas. Ojalá, los desempleados encuentren un trabajo digno y estable. Y que quienes lo tenemos podamos descansar unos días de los ajetreos del año, de sus sinsabores y dificultades.
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En vacaciones se cambia de actividad, se dispone de un tiempo y un tempo diferentes, quizás más relajado, sin estar en todo momento mirando al reloj para ajustarnos a los horarios laborales y a las obligaciones inherentes a los mismos. Podemos pararnos, preguntarnos qué ha dado de sí el año, qué ha tenido de bueno y de malo. Habrá habido de todo, así es la vida humana.
Inestabilidad
En el hospital, la plantilla es inestable estos meses, con gente marchando y llegando, con dificultades para cubrir todos los turnos. Por fortuna, a mi servicio vinieron un par de personas jóvenes. Es una gran ayuda en un hospital pequeño, que a veces no tiene mucho atractivo para médicos que han acabado recientemente su especialidad en centros más grandes y mejor dotados.
La política de recursos humanos de las diversas autonomías deja mucho que desear; se lo puedo asegurar después de haber trabajado en cuatro sistemas públicos diferentes, que comparten parecidas dificultades: los hospitales de las grandes ciudades casi siempre poseen plantillas sobredimensionadas, aun cuando su presión asistencial no es elevada salvo en momentos puntuales. Los hospitales más pequeños, los llamados comarcales, se las ven y desean para completar sus plantillas, en no pocas ocasiones con médicos extranjeros de cualificación a veces insuficiente y formación irregular.
Sin los mismos derechos sanitarios
Eso no ocurre por el momento en Tudela, aunque en algunas especialidades las plantillas son precarias y con un alto recambio de profesionales, con los problemas que eso supone para los pacientes y el resto de personal sanitario. De modo que podría afirmarse que los españoles no poseemos de hecho los mismos derechos sanitarios: no es lo mismo enfermar según de qué en una gran ciudad o en un pueblo o ciudad pequeña. Habría soluciones, pero no son fáciles ni serían populares.
En fin, no creo que escriba una nueva entrada en este blog hasta el último domingo de julio, ya después de las elecciones; espero que de ellas salga un nuevo Gobierno que gestione mejor el país, buscando “la salvación del bien común del pueblo”, que monseñor Romero citó como una de las características de la liberación que predicaba la Iglesia.
Descansen y no olviden rezar por los enfermos y por quienes les cuidamos