A todos nos gusta celebrar un día especial en nuestro pueblo o barrio, un cumpleaños o un concierto cualquier fin de semana. Significa celebrar la alegría de estar acompañado, la alegría de compartir tiempo con tus personas cercanas.
Hoy es San Isidro y Madrid celebra su patrón con un día de campo, bailes tradicionales y comida (en lo que se resumen, al fin y al cabo, todas las fiestas). El fin de semana pasado Cáceres celebró su festival de música internacional WOMA” y el siguiente Bilbao el Dantzari eguna. Todos tienen en común el arraigo a una tierra concreta y lo bien que sienta estar otro año más en tu mismo sitio con tu misma gente.
No faltan en este tipo de eventos los ‘haters’ que opinan que: “Esto ya no es como antes”, “hay que ver lo que se ha desfigurado esta fiesta” o “ya no importa nada el significado”. No digo que no les falte razón y que con los años cada vez todo pierda un poquito más el sentido (sobre todo si de religión hablamos), pero eso es fruto de la sociedad “líquida” en la que vivimos.
Evangelio
La mayoría de las fiestas en nuestras ciudades nacen de la conmemoración de santos y santas, patrones y patronas que, con sus milagros o sus apariciones tienen un hueco en el corazón de cada ciudadano, lo que los convierte en devotos de esa figura. Es lo que le queda a nuestra España católica, celebrar con honores a sus personificaciones de Dios, su fe o algo parecido que se alimenta año tras año en este tipo de eventos. Los menos y cada vez más mayores, son los que durante el año colaboran en su parroquia y viven con el evangelio en la mano todo lo que celebran.
Me pregunto por el futuro de estas celebraciones de santos lejanos, a los que la mayoría no conocen y lo que lo mantiene es el recuerdo de los que vivieron con fervor y ya no están.
Mientras estás de fiesta
No quería terminar sin hablar de una práctica (alentada por delegaciones de juventud de alguna diócesis) que consiste en “evangelizar” mientras estas de fiesta en la que, tras tener un espacio de oración, trabajo en grupos o exposición al santísimo por la noche, los jóvenes salen a las zonas de fiesta para mostrar que “Dios te ama” e invitarte a su rezo. Y sinceramente, si me encontrara a un joven que viene a invitarme a rezar esa noche, en ese momento, mientras me tomo una cerveza con mis amigos, huiría corriendo.
Creo que evangelizamos mejor si respetamos a las otras personas cuando salimos, si entendemos que “no es no” y que solo “sí es sí”, que ninguna chica es el trofeo de esa noche, que el alcohol hace daño pero se puede tomar con responsabilidad, que el espacio que nos acoge se llama Tierra y sufre con nuestra irresponsabilidad cuando dejamos los restos de vasos y botellas sin tirar o reciclar, que utilizar 4 vasos de plástico cada vez que salgo no es sostenible (ni 1 por vez) y que vives con alegría y celebras con tu gente la vida compartida. Me voy a ello.