Rafael Salomón
Comunicador católico

Velar por los necesitados


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En un crucero citadino, al mediodía, el sol a plomo; aparece de entre los autos un pequeño de nueve años o menos, inicia su acto improvisado con el que intenta llamar la atención de los automovilistas distraídos, inmersos en sus mundos y preocupaciones.



Aquel niño comienza a lanzar unas pelotas al aire, todo por unas cuántas monedas, llama mi atención aquella acción y de manera automática busco a las personas que le acompañan, las descubro y veo a una mujer no mayor de quince años quien carga otro pequeño en sus brazos, seguramente se trata de su madre quien está observando a su hijo en aquel acto en la vía pública.

Lo que dura el semáforo rojo, unos cuántos minutos para ganarse algunas monedas y esto, seguramente es todos los días; ganarse la vida así de esa forma debe ser muy duro, buscar el alimento del día, sin recursos y muchas veces siendo invisibles para gran parte de la sociedad. Dignidad, deseo, necesidad, injusticia, angustia.

Los pobres como resultado de un desequilibrio económico y la obviedad de que la riqueza ha sido repartida entre unos cuantos, que la corrupción hace enormes diferencias entre los que tienen en exceso, como entre los que carecen de todo.

Amor en acciones

La pobreza es algo perverso, porque las víctimas son seres humanos, son nuestros hermanos, somos hermanos. No hay dignidad posible para los millones de pobres en todo el mundo, cuyo número en México rebasa la mitad de toda la población, la pobreza es desagradable, es difícil de mirar, es incómoda.

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Foto: EFE

Jesucristo amó a los pobres, los miró con un corazón distinto, mostró al mundo que los seres humanos pueden ser santos al practicar la compasión por el pobre, el oprimido, el incapacitado, el excluído y el extranjero, se ocupaba de sus necesidades espirituales, pero antes se encargaba de sus necesidades físicas.

Se volvió uno con ellos: “Les aseguro que siempre que ustedes lo dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también lo dejaron de hacer conmigo”. Mateo 26, 45.

Es amor en acciones: la verdadera adoración consiste en trabajar juntos con Cristo, los frutos manifestados en buenas obras al velar por los necesitados, los huérfanos y las viudas, son frutos genuinos. Como seguidores de Cristo debemos ir más allá de la proclamación de la verdad acerca del amor, la compasión y el interés por los otros y en cambio, vivir la verdad realizando actos de compasión y bondad.

Atender las necesidades materiales de los desfavorecidos

Recordemos que somos uno en Dios, un Dios lleno de compasión que cuida y vela por nosotros, que practica acciones con preferencia hacia los pobres, los descartados y marginados. Después que Jesús murió, los apóstoles y otros seguidores de Cristo siguieron interesándose por los más necesitados.

Los cristianos verdaderos de la actualidad también reconocen que, como discípulos de Jesús, deben interesarse por los pobres y necesitados, sobre todo si son sus hermanos en la fe, se preocupan sinceramente por atender las necesidades materiales de los desfavorecidos.

No solo un día, ni una temporada, la ayuda a nuestros hermanos pobres debe ser constante y sincera, lejos de todo protagonismo y reconocimiento. Amar a los pobres, servir a los pobres, cada día nos dan una nueva lección.