“Jesús mismo, Evangelio de Dios, ha sido el primero y el más grande evangelizador”. Él se ha presentado como enviado a proclamar el cumplimiento del Evangelio de Dios, preanunciado en la historia de Israel, sobre todo por los profetas, y en las Sagradas Escrituras. Así comienza la enseñanza y para ser preciso, es el origen de la evangelización. La Buena Noticia es el mensaje que cambia la vida de quien lo recibe, ofrece esperanza, alivio y paz.
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El testimonio unánime de los evangelistas confirma que el Evangelio de Jesús es el impulso radical y el cumplimiento total del anuncio de las Escrituras. Precisamente a raíz de esta continuidad, la novedad de Jesús aparece al mismo tiempo evidente y comprensible.
Una vez que ese mensaje se recibe por primera vez, surge algo poco comprensible, me parece que es como un “blindaje espiritual” y no me refiero a la protección, más bien, se trata de una actitud del creyente en la que deja de escuchar y hasta de aprender, es como pensar que nada fuera de lo que ha conocido puede darle valor.
Podría decir que se encierra en sus pensamientos, los cuales sin duda alguna son muy buenos, ya que ha recibido ese Kerigma que ha transformado su vida; de manera que deja de creer. Se queda con los conceptos y conocimientos iniciales y vuelvo a repetir, este primer mensaje es sin duda muy bueno, es el mensaje con el que transformó su vida, pero, se queda ahí.
Que se sientan acogidos y cómodos
Una gran cantidad de creyentes no buscan más, se quedan con lo aprendido y nada más, de manera que la potencia del Evangelio no adquiere las extraordinarias dimensiones que podrían conocer. Una gran cantidad de creyentes se quedan en esa etapa y consideran que no requieren conocer nada más, pues según ellos, han recibido lo esencial.
“En aquel momento, Jesús sanó a muchos de sus enfermedades, dolencias y malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. Después les respondió: -Vayan y cuenten a Juan lo que acaban de ver y oír: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia”. Lucas 7, 21-22
Sin duda el creyente que comprende este relato, sabe la importancia de compartir el mensaje y el mandato amoroso de Jesús para realizar dicha actividad, hasta aquí todo muy bien. Sin embargo, el verdadero reto es que ese mensaje crezca de manera personal, que no nos estanquemos con lo aprendido y con lo inicial, debemos recordar que evangelizar no es sólo acerca de predicar la Palabra de Dios, sino también de inspirar a los creyentes a vivir una vida de oración y servicio.
Necesitamos proporcionarles recursos para ayudarles a crecer en su fe, así como también ofrecerles amor incondicional y compasión. El reto de hoy además de dar a conocer el mensaje de salvación a quienes no lo conocen, es que los fieles vuelvan a creer, hacerlo con amor, comprensión y respeto, para que se sientan acogidos y cómodos. Esto ayudará a establecer una relación de confianza entre nosotros, lo que nos permitirá crecer juntos en nuestra fe. Y unirnos en oración para que los creyentes vuelvan a creer.