JUEVES
Convocatoria virtual a los periodistas. Convoca la Conferencia Episcopal. Balance de la Comisión Permanente. En el menú, las oficinas antiabusos. Tercer grado por las cifras. Tensión creciente. No recuerdo una situación igual. Incomodidad. Más allá de quién lleve razón. Más allá de un dato que sobra, que falta, que no se tiene, que se exagera o que se desvanece.
Me quedo preocupado. Mucho. Por las consecuencias. No tanto por la imagen. Sino por el mal sabor de boca que deja. Y que es difícil de despejar. “Siempre es necesaria la conversión pastoral e institucional”. Me tranquiliza. Y me remueve a la vez. Para bien.
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VIERNES
Sacramento nos habla de la indagación apreciativa. Primera noticia. Entregados al modelo DAFO de análisis y evaluación, uno no mira más allá. Y resulta que en el horizonte hay otras maneras de acometer la ITV. Y con una mirada más esperanzadora. Poniendo el foco en los sueños. En aquello que uno sabe hacer bien. Para hacerlo mejor. Sin dejar de lado las flaquezas o lagunas.
No se trata de una evaluación para llevarse palmaditas en la espalda. Sino, más bien, de redescubrir dónde tiene uno la raíz. Allí donde el carisma se hizo carisma. El lugar donde brota la misión. Donde se nutre lo vivido y lo compartido. Pues eso. Preparando un capítulo general que la pandemia ha descolocado. Como a todos. Como todo. Más tiempo. Más fruto dará. Todo un descubrimiento eso de indagar apreciativamente.
DOMINGO
Domingo de la Transfiguración del Señor. Provocación de José Luis en su homilía: “¿Transfiguro o desfiguro al otro?”.
MARTES
Algo bueno que contar. Mucho. Los cien mil que se han sumado a la ‘X’ de la declaración de la renta a favor de la Iglesia católica. Esa que se marcó cuando todos estábamos encerrados en casa o en medio de la desescalada. Esa que se rellenó cuando las iglesias estaban clausuradas por temor al contagio.
Esa en la que se confió incluso en el momento en el que daba la sensación de que nadie reconocería la labor callada de aquellos que estaban y están en primer línea en los hospitales, en las colas del hambre, en los teléfonos del consuelo… Eso se reconoce ahora vía impuestos. Buena noticia. Pero con la extrañeza de que no se cuente de viva voz. De que no haya rueda de prensa. No por presumir. Simplemente, por transparentar. Con las cuentas claras. Que aquí sí las hay.