Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

¡Y cómo pasa el tiempo!


Compartir

“Hace dos días comenzábamos el nuevo año… Parece que fue ayer cuanto te conocí… Pensé que no llegaría el fin de curso y mira dónde estamos… Ya ha pasado más de un año y sigo sin superar esta historia…”. Y así va pasando la vida.



No hay nada más objetivo que el tiempo: todos nuestros días tienen 24 horas. Ni una más ni una menos. Las mismas para todos y en todos los lugares. Y, a la vez, nada más subjetivo: la tarde se pasa en un suspiro cuando estamos disfrutando; el día se nos hace eterno cuando no llega quien esperamos. Todo depende en gran medida de cómo vivimos cada situación, cómo la sentimos, la tememos, la deseamos. Y así con la vida.

Por eso viene bien de vez en cuando mirar hacia atrás o caminar de espaldas, como dice la tradición hebrea, para no olvidar de dónde venimos. A dónde vamos casi siempre podemos reconducirlo, reelegirlo, modificarlo. Lo vivido, ya no. Ya no puede rehacerse. Solo podemos cambiar los recuerdos, la pena, el agradecimiento, la añoranza, el sentimiento de culpa por lo que podría haber sido distinto o la satisfacción por lo que creemos bien hecho.

“Nadie se baña dos veces en el mismo río”

Cuando vivimos situaciones que disfrutamos, pocas veces pensamos que van a terminar; es un sufrimiento inútil y algo patológico incluso. Disfrutamos de ese helado, de aquella conversación, de aquel beso, y lo hacemos de tal manera que no importa si será el último. Si dejamos que entre en juego la cabeza, el cálculo o la lógica, entonces se complica. Empezamos a ponderar posibilidades, nos hacemos conscientes de que nada es para siempre o al menos de que todo puede terminar. Pero si somos capaces de vivir ese preciso instante, esa sensación, ese encuentro, entonces nada lo puede estropear.

Es “el día siguiente”, el paso del tiempo y las circunstancias de la vida quienes nos remueven. Si tememos perder lo bueno, sufrimos. Si deseamos lo que no tenemos, sufrimos. Si queremos controlar la vida, sufrimos. El tiempo nos lo recuerda. Nada es igual que hace un momento. “Nadie se baña dos veces en el mismo río”, decía Heráclito. Pero esto solo lo sabemos después de habernos bañado. O antes. Pero nunca mientras disfrutamos del agua.

reloj paso del tiempo

El tiempo es implacable, voraz. Con uno mismo y con todo cuando amamos. Pero también con todo cuando tenemos y nos desgarra por dentro. Sí, también eso que parece que no acabará nunca de arreglarse, llegará. También eso que parece tan terrible, terminará. Nadie es eterno. Podemos aliarnos con el paso del tiempo o escabullirnos o pelear y dejar que arrample con todo. Puede ser cuestión de aprender a dar sentido a lo que vivimos. No en la teoría, no en las nubes: aquí y ahora. Ahora.