Jose Fernando Juan
Profesor del Colegio Amorós

¿Yo soy George Floyd?


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El hashtag, la etiqueta #YoSoy… #JeSuis… remite a #JeSuisCharlieHebdo (7 de enero de 2015, hace un lustro y poco más, muy cercano). Las redes sociales se volcaron sin media y se manifestaron contra la #Barbarie. Llegaba para muchos de fuera, aunque estaba dentro. Ahí nace la contrariedad.



Esta identificación, ese #YoSoy es un grito marginal en las redes sociales, pase lo que pase. Sin embargo, es esencial para los cristianos. La DSI comienza en una dignidad propia recibida de forma exclusiva, pero no excluyente. Se inicia un verdadero camino en la comprensión de su importancia, no en los problemas sociales, sino en la dignidad de la persona, es decir, en la propia y… ¡menudo salto, en otro! Todo encuentro comienza en singular y en encuentro. Sería banal decir “en otros”.

El racismo es ignorancia

Esto, que es de una importancia crucial, se ignora. El problema del racismo es ignorancia. Nada más. Ignorancia de sí mismo como persona, que deriva en ignorancia del otro como persona. Este esquema se puede reproducir en todos los problemas que llamamos “sociales”, que nos ponen en relación con otros y nos preguntan si lo del otro tiene que ver conmigo. Algo que se resolvió bíblicamente entre Caín y Abel, con envidia y con muerte.

Ser sabio sobre sí mismo, no es una analítica de diván que me hace sentir importante y escuchado –porque puedo pagarlo, a modo de prostitución–, sino descubrirme a mí mismo como humanidad, con un ser que es otro y que me emparenta, próximamente, como otro. No es introspección, no es darse vueltas a sí mismo, no es nada de esto. Todo esto resulta ser, por muy aplaudida que esté, la excusa para no amar al otro. El mandamiento nuevo dice algo que casi nadie vive: “Ama al prójimo, como a ti mismo”.

George Floyd protestas Estados Unidos racismo

Hay algo excesivo en esa Palabra, nada cómodo. Aristóteles lo hubiera aplaudido como lo que realmente quería decir con toda su ética. Platón, en cierto modo, ya herido. Pero Sócrates lo vivió. El drama es que también los nazis y sus contrarios lo aplauden y es su razón de ser. Es claro, meridiano. ¿Quién es mi prójimo? ¡Qué incómodo! ¡Cuidado, que vienen las respuestas! ¡La exclusión está al achecho en cuando se plantea la inclusión! Antes no era problema, pero en cuanto alguien dice el bien (todo somos personas) aparecen innumerables males. ¿Mejor no haber dicho nada?

Vemos las imágenes (no las he visto, ya no puedo más con todo esto) de #GeorgeFloyd muriendo sujeto por la rodilla en el margen de un coche, por un antiguo compañero de seguridad de una discoteca, y la pregunta es: ¿Qué tiene que ver conmigo todo esto? Si la respuesta no es: “La humanidad, que de mí no depende”, todo seguirá igual.

Pero esta persona de carne y hueso remite a innumerables males silenciosos y sin voz, que ahí están, cuestionando mi propia dignidad.