CHILE – “Lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos…”

Murió la Madre Irene García, fundadora de las hermanas del Buen Samaritano
dedicadas a atender a enfermos pobres, muchos terminales

Varios cientos de personas acompañaron el cortejo fúnebre que llevó los restos de la Madre Irene García desde la sede parroquial de la ciudad de Molina, en la Región del Maule, hasta el cementerio. Era la emotiva expresión de cariño y reconocimiento del pueblo donde dedicó su vida a cuidar enfermos terminales, indigentes y los más pobres entre los pobres que llegaban desde todo el país.

Irene García nació en España, a los 15 años ingresó a la congregación de las Siervas de Jesús, donde hizo sus primeros votos a los 18 y a los 23 su profesión perpetua en 1951. Recibió el título de enfermera en la Universidad Complutense de Madrid y fue destinada al sanatorio que su congregación mantiene en Bilbao, donde trabajó como ayudante de cirugía y tuvo a su cargo la administración de la clínica. El ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta la llevó a pedir a su superiora hacer una experiencia con ella. La respuesta no tardó en llegar, pero en vez de destinarla a la India, la enviaron a Chile. Llegó a fines de 1970, a los 43 años. Designada superiora de la comunidad en la ciudad de Talca, se dedicó a atender a los más pobres de la ciudad instalando puestos de salud o policlínicos en los barrios, acompañada por otras cuatro hermanas.

Al ser trasladada, siguió el consejo del entonces obispo de Talca, Carlos González, y pidió dispensa de sus votos para dedicarse de lleno a la atención de enfermos pobres. En junio de 1978 se instala en la ciudad de Molina, perteneciente a la diócesis de Talca, donde abre un centro de salud y un comedor infantil para combatir la desnutrición y raquitismo de los niños. Al poco tiempo el mismo obispo les invita a crear la congregación Hermanas del Buen Samaritano y desde entonces no han dejado de acoger, curar y atender a miles de ancianos y enfermos pobres, muchos de ellos terminales, los cuales no suelen ser recibidos en los hospitales, mientras que en sus casas no tienen lugar o quien pueda cuidarlos.

Entregada a la Providencia

Con financiamiento inseguro, siempre insuficiente, la Madre Irene aseguraba, con plena confianza, que esta obra era mantenida por la Providencia. Un ejemplo: el pan de cada día para todos los enfermos, empleados y religiosas, era regalado por los panaderos de Molina y Curicó, ciudad vecina.

En su funeral, la hermana Patricia Ibarra, actual superiora de la congregación, expresó: “nosotras como hijas del Buen Samaritano somos herederas de lo que recibió y sembró con tanto amor, cariño y fortaleza. Nuestra madre y fundadora nos dio todo, nos enseñó todo. En sus últimos días seguía pendiente de todo. Una de sus últimas preocupaciones eran los pobres y enfermos”. Y recordó “Me dijo: Patricia, no permitas que ningún pobre se vaya de esta casa llorando por no haber sido atendido como ellos se merecen”.

 

Al inicio de la Eucaristía de su funeral se leyó un mensaje del obispo de Talca, Horacio Valenzuela –quien se encontraba en Roma realizando su visita ad limina–. “En la Madre Irene hemos sabido reconocer el rostro misericordioso de Dios. Hemos visto en ella a Cristo Buen Samaritano que bajó hasta nosotros a curar nuestras heridas y llevarnos al cielo (…) Se ha ido al encuentro con Jesucristo resucitado una mujer, una madre, una religiosa que tuvo en el Señor el gran amor de su vida (…) Le pedimos al Señor que tenga la bondad de recibirla y repetirle con cariño esas palabras del evangelio: lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos conmigo lo hiciste”, expresó el obispo.
ROBERTO URBINA AVENDAÑO. SANTIAGO



Atención, pulcritud y profesionalismo

Desde 1987 la Casa de Acogida y el policlínico externo, en la ciudad de Molina, acoge diariamente a centenares de personas que pueden pagar un médico. Sin embargo, allí son atendidas por profesionales, reciben medicinas, curaciones y decenas son hospitalizado, todo gratuitamente. Por eso es un recinto reconocido como ejemplo de calidad en la atención, pulcritud y profesionalismo.

 

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