Las mujeres han vivido este año del Sínodo con grandes expectativas. ¿Habrá podido la Iglesia abrirse a las peticiones que han llegado a Roma desde diferentes partes del planeta? Había mucha esperanza y algunas señales han sido relevantes. A lo largo de los años, Francisco no ha dudado en colocar a muchas mujeres en puestos de poder y prestigio y por primera vez las madres sinodales han podido votar en la Asamblea de los obispos. Pero ahora las mujeres piden ciudadanía plena y además hay una fuerte demanda de palabra y de decisión.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Descargar suplemento Donne Chiesa Mondo completo (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Entre la primera y la segunda sesión rondaba una pregunta: ¿En esta sesión del Sínodo se volvería a tratar la cuestión del diaconado femenino? Desde octubre de 2023 está claro que la cuestión del diaconado femenino era de las más controvertidas. Así quedó patente cuando, en el Documento final de la primera sesión, el punto sobre el diaconado femenino recibió 69 “no” de parte de los 344 votantes. Sin embargo, hubo 277 votos a favor que respaldaron la propuesta de continuar con la investigación teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres al diaconado.
En febrero de este año, la decisión del Pontífice de crear diez grupos de trabajo para profundizar en algunas cuestiones surgidas de la primera sesión del Sínodo, que deberán entregar los resultados al Papa en junio de 2025, suscitó reacciones diferentes. Entre estos grupos, el número 5, al que se han asignado “algunas cuestiones teológicas y canónicas en torno a formas ministeriales específicas”, ha sido confiado al Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Tendrá la tarea de explorar “la cuestión de la necesaria participación de las mujeres en la vida y en el liderazgo de la Iglesia”.
Hay quien ha sostenido que de esta manera se han eliminado ciertos temas de la discusión de la Asamblea y que al dilatar los tiempos se corre el riesgo de posponer decisiones. Para otros, es una señal positiva porque supone que el diaconado y la cuestión femenina están en la agenda y el mismo Papa considera que es necesario profundizar en ellas. Y eso no es poca cosa. En junio llegaron unas declaraciones que cayeron como un jarro de agua fría. En una entrevista con la ‘CBS’, al ser preguntado por el diaconado femenino, el Papa respondió sin titubear: “Si se trata de diáconos con órdenes sagradas, no. Pero las mujeres siempre han tenido, yo diría, funciones diaconales sin ser diaconisas, ¿no? La mujer tiene un gran servicio como mujeres, no como ministras, como ministras en este sentido, dentro de las Sagradas Órdenes”.
Estas declaraciones han provocado una doble reacción entre las mujeres. Por un lado, de desconcierto por parte de quienes consideran la cuestión abierta y en discusión, porque la segunda comisión creada por el Papa sobre el tema aún está en funcionamiento al igual que el Grupo 5 que debe investigar más en el contexto del Sínodo Universal. Por otro lado, de espera vigilante para otras. Estiman que quizá la cuestión no es madura ante las opiniones que no coinciden ni entre hombres y mujeres y a veces ni entre las propias mujeres.
Si hay que esperar, ¿cuánto tiempo más hay que hacerlo? En octubre, al inicio de la segunda sesión del Sínodo, el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto de Doctrina de la Fe, aseguraba que “conocemos la posición pública del Pontífice que no considera maduro el tema”. Y añadía que “queda abierta la posibilidad para una mayor profundización sobre el tema”. El Prefecto indicó que el Papa había pedido que durante el Sínodo no se tratara la cuestión.
El propio cardenal Fernández, en un encuentro que tuvo lugar con un centenar de padres y madres sinodales fuera del aula sinodal, explicó que el objetivo fundamental del Grupo 5 es el papel de la mujer en la Iglesia, aunque no específicamente la posibilidad del diaconado femenino en la que sigue trabajando la comisión presidida por el cardenal Giuseppe Petrocchi. La mayoría de las mujeres –afirmaba– no piden el diaconado, es decir, no piden ser “clericalizadas”. Y, repetía que el hecho de que Francisco considere que la cuestión no está lo suficientemente madura no significa que quiera cerrar el tema, sino que sigue estudiando. Llegados a este punto, ¿qué deben hacer las mujeres que aspiran a un mayor reconocimiento de su papel en la Iglesia a través de políticas igualitarias en la asignación de roles y tareas y con la posibilidad de elegir cómo servir a la Iglesia, en este caso, como diaconisas?
El Sínodo habló a través de los números.
Los dos párrafos del Documento final que se refieren a las mujeres son los que menos aprobación recibieron. El párrafo 60, que se centra en el papel y el liderazgo de las mujeres en la Iglesia y el acceso al diaconado, recibió 97 votos negativos de 355. El párrafo 148 que allana el camino para una mayor presencia femenina en los seminarios, recibió 40 “noes”.
En el texto se lee.
En virtud del Bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el Pueblo de Dios. Sin embargo, las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia, en detrimento del servicio a la misión común. La Escritura atestigua la función destacada de muchas mujeres en la historia de la salvación. A una mujer, María Magdalena, se le confió el primer anuncio de la Resurrección; el día de Pentecostés, en el Cenáculo, estaba presente María, la Madre de Dios, junto a muchas mujeres que habían seguido al Señor. Es importante que los pasajes pertinentes de la Escritura encuentren un espacio apropiado en los leccionarios litúrgicos. Algunas coyunturas cruciales en la historia de la Iglesia confirman la contribución esencial de las mujeres movidas por el Espíritu. Las mujeres constituyen la mayoría de los fieles y a menudo son los primeros testigos de la fe en las familias. Participan activamente en la vida de pequeñas comunidades cristianas y parroquias; dirigen escuelas, hospitales y centros de acogida; lideran iniciativas en favor de la reconciliación y la promoción de la dignidad humana y la justicia social. Las mujeres contribuyen a la investigación teológica y están presentes en puestos de responsabilidad en instituciones vinculadas a la Iglesia, la Curia diocesana y la Curia Romana. Hay mujeres que ejercen funciones de autoridad o son líderes de comunidades. Esta Asamblea hace un llamamiento a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con la función de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han implementado. No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse. También sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal y es necesario proseguir con el discernimiento a este respecto. La Asamblea pide también que se preste más atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas.
¿Cuentan más las tres cuartas partes llenas del vaso, los 258 ‘plácets’, o la cuarta parte vacía, los 97 ‘non plácet’?
Hay mujeres que creen que el Sínodo no arrojó los resultados esperados, otras que estiman que el Documento final es un buen compromiso y otras que dicen que es necesario empezar de nuevo y construir a partir de esto. El párrafo 60 ha sido aprobado y tendría que leerse como una apertura, como una oportunidad. Todo depende de cómo, cuándo y en qué medida se acoja y de cómo inspirará decisiones y comportamientos en Roma y en las iglesias locales. Además, queda por ver qué propondrá el Grupo 5 cuando en junio entregue sus conclusiones al Papa.