Un ‘unicum’, del que a menudo nos olvidamos, caracteriza la tradición cristiana: Dios se hizo hombre. Y a través del cuerpo de este hombre encontró a los seres humanos. En la discusión actual sobre temas como el uso (abuso) de las redes sociales y la consecuente pérdida de identidad personal, el aumento del aislamiento y el absoluto desconocimiento del otro, queremos intentar pensar en una alternativa, en otra forma de encontrar algunas dimensiones humanas que nos parece que se están perdiendo. Así nació nuestra propuesta, la de volver a ese ‘unicum’: a nuestra humanidad. Al volver a ella hay un camino de salvación. Proponemos sustituir la identidad individual y oculta que se puede crear detrás del ‘nickname’ social, por la experiencia más completa de redescubrir el mundo a través de los sentidos. El mundo es mucho más que las imágenes transmitidas por los medios de comunicación, y es a través de nuestros sentidos que podemos captarlo en toda su riqueza.
Jesús es un hombre de palabras y silencios, de escucha, de mirada, de tacto, dados y recibidos. En esto, las mujeres son sus principales compañeras: son las mujeres que observaban dónde habían puesto su cuerpo (cf. Mc 15, 47), es una mujer que baña sus pies con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume (cf. Lc 7, 38). Precisamente a aquellas mujeres a las que la historia les ha prohibido mirar, levantar la mirada, obligadas a mirar para abajo, precisamente a ellas, asustadas, con la mirada puesta en el suelo, el resucitado dirige a ellas la primera palabra de salvación, una palabra que libera (cf. Lc 24, 4). Y hoy las mujeres necesitan redescubrir su libertad para poder transmitir libertad y vida.
Ojos liberados: De ahí viene nuestra propuesta. ¿Qué tipo de experiencias proponemos a la mirada todavía libre de los niños? Como la pedagogía puede tener un papel especial en abrir preguntas sobre los procesos de formación de la mirada (Rosanna Brambilla). En nuestra sociedad occidental que reduce el mundo a imágenes, convirtiendo a los medios de comunicación en el principal vector de la vida cotidiana, el ojo se centra en uno mismo y ya no en el otro, nuestra visión se ha limitado al selfie (Piero Di Domenicantonio). La vista permite la visión y la contemplación de la belleza, por lo que la pintura y la escultura deben ser consideradas como un “patrimonio” según un bello texto de la tradición musulmana (Samuela Pagani). Saborear la vida, el mundo, las relaciones, es la promesa de toda existencia, por eso una mujer que ha hecho de la atención a la vida su modus vivendi, rezaba con las palabras del poeta George Herbert: “¡Ah! mi adorada, / No puedo mirarte / El amor tomó mi mano y sonriendo dijo esto: ¿Quién hizo estos ojos, si no yo?”. (Elisa Zamboni)