La parábola es una narración, una forma expresiva de predicación, un método de comunicación… Cuenta hechos de la vida cotidiana con un significado espiritual. Las enseñanzas de Jesús han tomado en muchas ocasiones la forma de parábola, historias a veces de una o dos frases que tienen conclusiones abiertas y en las que cada generación busca nuevos significados. Así, cada persona las lee con su propia sensibilidad y cultura y puede proyectar en estos textos sus propias preocupaciones.
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Enseñan, muchas veces provocando. “Cuanto más estudio las parábolas, más me siento interpelada por ellas. No es necesario creer en Jesús, Señor y Salvador, para comprender cuántas cosas extraordinarias tuvo que decir”, escribe Amy-Jill Levine en la introducción de su libro Las parábolas de Jesús. Los cuentos enigmáticos de un rabino controvertido (ediciones Effatà).
Estudiosa del Nuevo Testamento y de Estudios Hebraicos, miembro del Comité de Dirección de este periódico y autora en este número del comentario a la Parábola de la Perla, Levine siempre invita a no tergiversar el contexto judío de Jesús. En su libro se pregunta por qué dos mil años después, estos temas no solo siguen siendo importantes, sino que son quizás más urgentes que nunca. Así, Mujeres, Iglesia, Mundo dedica este número a las Parábolas, proponiendo reinterpretaciones personales a través de reflexiones, comentarios, relatos y obras de arte, junto a la lectura del texto evangélico.
Itinerarios personales
Son ocho parábolas y ocho textos escritos por ocho mujeres: siete miembros del Comité de Dirección de Mujeres, Iglesia, Mundo, más una teóloga alemana. Son mujeres de distintas religiones, confesiones religiosas y profesiones. Son cuatro italianas, una americana, dos alemanas y una española. Es decir, cada una filtra la lectura de la parábola según sus propias experiencias, sensibilidades, creencias, habilidades, intereses y misión. Son itinerarios personales. Y momentos de reflexión en tiempos de guerra y de búsqueda de la paz. Durante estos meses difíciles, el Papa Francisco ha recurrido también varias veces a las parábolas.
El domingo en que el Evangelio en la liturgia narraba la del Hijo pródigo que, tal y como dijo el Pontífice “nos remite al corazón de Dios, que siempre perdona con compasión y ternura”, en el Ángelus también nos recordó que “esta guerra cruel e insensata, como todas las guerras, representa una derrota para todos, para todos nosotros”.