La imagen reproducida en la portada de este número no es un icono, sino que ilustra un concepto de lo sagrado muy enraizado en el islam. La singularidad de esta Anunciación es la presencia de tres personajes: Gabriel, en el centro, se dirige a Mahoma, que a su vez señala a su mujer, Khadija. La mujer que aparece aquí en primer plano tiene un rol central en la narración tradicional de la vida del profeta: sería ella la que le enseñaría a fiarse del ángel, cuyas primeras apariciones le habían hecho temer estar loco o poseído. A diferencia del ángel que manifiesta el poder de Dios y trasmite la ley, el profeta y su esposa están velados: la “santidad” que tienen en común no se presenta directamente a la mirada.
En la piedad musulmana, la santidad, escondida en la figura del profeta de su rol de legislador y guía en la comunidad, no es suplantada por los califas, sino por los “amigos de Dios”, que se muestran solo a quien lo sabe reconocer. Entre los “amigos de Dios” las mujeres ocupan un lugar relevante. En este primer número dedicado a las mujeres musulmanas, nos ha parecido importante empezar precisamente por tres figuras de santas para buscar algunas claves de lectura de la presencia femenina en el islam.
La primera es Zainab, patrona de El Cairo y nieta de Mahoma y Khadija a través de Fátima. Igualmente venerada por suníes y chiíes, Zainab es una figura de la parresía. La segunda, Dervishe Hatixhe, es la patrona de Tirana. Maestra de una orden sufí y víctima de la violencia del marido, es venerada por las mujeres de la Albania contemporánea. La tercera, Qurratu l-‘Ayn, es la poetisa y heroína del movimiento Babi, nacido por el fermento mesiánico del Irán del siglo XIX y transformado en nueva religión tras una violenta represión. A pesar de su novedad disruptiva, Qurratu l-‘Ayn prolonga una tradición de autoridad femenina de la que Fátima ha sido el arquetipo en el mundo chií.
La experiencia vivida y la búsqueda en el campo son imprescindibles para descifrar un universo de sentido familiar y ajeno como el islam. La búsqueda pionera de Germaine Tillion, presentada en el artículo de apertura, constituye todavía hoy una lección de método.