La Asamblea Plenaria de primavera de la Conferencia Episcopal Española arrancó el 25 de abril con el dicurso de apertura del presidente, Juan José Omella. En él, el arzobispo de Barcelona anticipó uno de los temas centrales a analizar por el máximo órgano colegial de los obispos: el giro a la hora de abordar la crisis de los abusos sexuales a través de una auditoría histórica externa.
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Más allá de un esbozo, que sirvió de antesala para un debate a puerta cerrada para limar asperezas y aclarar dudas, el cardenal barcelonés alzó la voz contra “una auténtica lacra social que requiere un análisis completo y un buen diagnóstico, libre de demagogias y sectarismos ideológicos”.
El discurso más afilado
Sin duda alguna, se trata de un dardo lanzado a los poderes públicos. Pero no fue el único. En el que puede considerarse su discurso más afilado contra el modus vivendi del Gobierno, Omella se detuvo en cada uno de los puntos de “fricción”, desde la eutanasia al aborto, pasando por la educación. Quienes en algún momento acusaron al purpurado de cierta complacencia hacia Moncloa, ahora constatan que el presidente de los obispos sabe manejar en tiempo y forma tanto la cal como la arena.